La red pedófila global que el cine progre parece encubrir
Disney+, Netflix y Amazon Prime rechazaron hacer parte de las plataformas digitales en donde se estrenaría la película Sound of Freedom, que expone la cruda realidad del tráfico sexual infantil en el mundo. ¿Por qué el cine progresista no está interesado en que se conozca esta red pedófila global?
Ilustración: Juan Ruiz @Jucaruiz
La película Sound of Freedom (‘Sonido de Libertad’ en español) que se estrenó el pasado 4 de julio en Estados Unidos, expone la cruda realidad del tráfico sexual infantil y las redes pedófilas que secuestran, venden, esclavizan y abusan de niños y niñas alrededor del mundo. Para la no sorpresa de muchos, las grandes compañías cinematográficas y de entretenimiento abiertamente progresistas como Disney+, Netflix y Amazon Prime, rechazaron la distribución de la película, alegando que el contenido del filme no se alinea con las temáticas que generalmente se impulsan desde sus plataformas.
La censura ‘progre’ a la que está siendo expuesta Sound of Freedom, paradójicamente es la que está impulsando su innegable éxito, evidenciado en las más de cuarenta mil personas que fueron a verla solo en su día de estreno. A pesar de que en el mismo día de su debut también se estrenó Indiana Jones (producción de Disney) con dos mil salas más de cine disponibles, la cinta dirigida por Alejandro Monteverde y producida por Eduardo Verástegui, arrasó y se llevó el puesto de la película más taquillera del verano hasta el momento en EE. UU.
Las preguntas más importantes que surgen son: ¿Por qué? ¿Qué puede haber dentro de la agenda de estas compañías, para que no estén en lo absoluto interesadas en obtener los derechos de una película que denuncia la trata, el tráfico y la esclavitud sexual de niños y niñas? ¿Por qué a estos gigantes del cine no les interesa que el mundo se entere del turismo pedófilo y la producción y distribución de pornografía infantil que impulsa tan billonario negocio?
La historia que incomoda a la agenda progre
‘Sonido de Libertad’ se basa en la historia real de Timothy Ballard, un exagente federal estadounidense que trabajaba para el Departamento de Seguridad Nacional (DHS por sus siglas en inglés) capturando a pedófilos y personas involucradas en redes de pornografía infantil. En medio de sus funciones y al ver de primera mano el alcance del negocio de la trata de menores con fines sexuales, muchos de los cuales después de ser abusados por años terminan siendo también víctimas del negocio de la venta de órganos, este exagente decide viajar a Colombia para emprender una estrategia encubierta para salvar a 54 niños y niñas de las garras de estos carteles.
En medio de la operación, Timothy Ballard (interpretado por el actor Jim Caviezel) termina renunciando a su trabajo en el DHS por falta de apoyo y decide continuar por su cuenta de la mano de alias ‘Vampiro’, un exconvicto por narcotráfico que resultó esencial para la ejecución del plan. Sound of Freedom expone la travesía que vivió este exagente para liberar a estos niños de la esclavitud sexual, pero también sobre el papel que jugaron su esposa y sus hijos en la misión que él mismo dice que se siente llamado a trabajar de por vida.
La historia real de la liberación de estos niños en Colombia, que empezó en Honduras cuando fueron reclutados por una exreina de belleza con la excusa de hacer parte de una agencia de modelaje, es solo una pequeña parte de la realidad viven más de ocho millones de menores que desaparecen cada año en el mundo. Una gran parte de ellos nunca regresan a casa, no son encontrados jamás y su paradero termina siendo siempre un doloroso misterio. ¿Dónde están? ¿Quién se los lleva? ¿Para qué los quieren?
“Los reclutan a los nueve o 10 años y nos decían que alrededor de los 11 ya estaban listos para el sexo. Están listos para ser vendidos”, relató el exagente Timothy Ballard en una entrevista para CBS News en 2014, acerca del operativo policial en Colombia que inspiró la película que hoy ya alcanza aproximadamente 90 millones de dólares recaudados.
‘Sonido de Libertad’ pone el dedo en una llaga que, por tratarse de un tema tan sensible, generalmente no se habla abiertamente y mucho menos se denuncia desde la pantalla grande. La mayoría del público de esta película la califica como una gran hazaña de valentía por parte de todos quienes están detrás de su elaboración, producción y distribución. No obstante, no solo Disney+, Amazon Prime y Netflix rechazaron la cinta, sino que también medios de comunicación progresistas han salido a liderar campañas de desprestigio y desinformación con la publicación de reseñas, notas televisivas y artículos tildando a la película y a sus actores de “conspiranoicos” y llamando a las personas a no verla.
¿Por qué les estorba?
“Sound of Freedom es una experiencia que revuelve el estómago, que fetichiza la tortura de sus víctimas infantiles y se detiene en los exuberantes preludios de su abuso sexual. A veces tenía la incómoda sensación de que yo mismo podría ser arrestado sólo por sentarme a verlo… Saber que miles de adultos absorberán este sueño de fiebre vigilante y saldrán pensando que están mejor informados sobre una crisis civilizatoria oculta es profundamente deprimente. Aun así, querrán correr la voz”, dijo el periodista Miles Klee de la revista Rolling Stones en su artículo titulado “Sound Of Freedom es una película de superhéroes para papás con gusanos en la cabeza”.
De acuerdo con Klee, la película “está diseñada para apelar a la conciencia de un boomer conspirativo” y además “distorsiona la realidad de la trata de personas para adaptarla a las narrativas de derecha (incluidos los mitos sobre una sombría camarilla de élites pedófilas)”. A la revista Rolling Stones se ha sumado The Washington Post, The Guardian y CNN, que incluso aseguran que Sound of Freedom está vinculada con el “culto de conspiración pro-Trump QAnon” por parte de “la derecha conspiradora y el default de Hollywood”.
“¿Cuánta caca en la cabeza hay que tener para atacar una película que expone el negocio de la explotación sexual infantil? ¿Cuánta caca en la cabeza hay que tener para decir que eso es una “teoría de la conspiración de la derecha”? Los medios progres son eso: materia fecal”, respondió el reconocido filósofo y escritor Agustín Laje en sus redes sociales, acerca de las afirmaciones que se están esparciendo desde el Big Media ‘progre’ contra ‘Sonido de Libertad’.
Laje, quien también ha sido atacado por la misma revista The Rolling Stones, entrevistó al productor de Sound of Freedom Eduardo Verástegui, quien aseguró que aunque la película fue grabada en 2018, sólo cinco años después pudieron estrenarla al público por la cantidad de trabas que enfrentaron al intentar sacarla al aire de la mano de grandes productoras. “La película ya estaba terminada hace tres años. Toqué puertas en Disney, Netflix, Amazon, Lionsgate y nadie me hizo caso. Todos me decían que eso no era para ellos”, dijo Verástegui.
(Le puede interesar: Así funciona el plan globalista para abolir la familia)
Pero lo más interesante de toda esta polémica no es solo el cuestionable rechazo, censura y desprestigio que se está gestando a todo dar desde la agenda progresista mediática, sino el contraste con las producciones que sí están perfectamente alineadas con el contenido que les interesa promocionar desde sus masivas plataformas. Tal es el caso de la película ‘Cuties’ (‘Bellezas’ en español) en Netflix, que cuenta la historia de una niña inmigrante de 11 años que termina desafiando a sus padres para participar en un concurso de baile estilo ‘twerking’ y así cambiar su estilo de vida y convertirse en una “bailarina”.
La sinopsis inicial de Netflix decía así: “Amy tiene once años y quiere pertenecer a un grupo de chicas de su edad que bailan sensualmente, entonces empieza a explorar la feminidad y desafiar a su familia religiosa”. Maimouna Doucouré, la creadora francesa de Cuties, asegura que “la película tiene como objetivo demostrar lo que significa abordar la feminidad desde dos culturas, así como el tema más amplio de la hipersexualización de los jóvenes en la sociedad moderna”.
La verdad que parecen encubrir
Es difícil entender los intereses que pueden haber detrás de la censura de compañías cuyo público y consumidor principal son niños, niñas y adolescentes, hacia una película que denuncia crímenes de alta gravedad cometidos contra ellos. La trata de personas y la explotacion sexual infantil son crimenes reales y que han sido exacerbados en la era digital por la multimillonaria industria pornográfica.
Así lo confirma la UNICEF, que asegura que la tercera parte de las víctimas de trata de personas a nivel mundial son niños, “quienes no solo son vendidos sino también abusados sexualmente y obligados a ver horas de pornografía para estimularlos y volver más sencilla su posterior violación. Y si esto no fuese lo suficientemente tormentoso, estos pequeños también son asesinados y destazados cual animales para aprovechar sus órganos y lucrarse con ellos”, señaló Jean Carlo Portillo, de la fundación mexicana Patria Unida.
En regiones como África, América Central y el Caribe, los niños representan una proporción aún más alta de las víctimas identificadas de la trata: entre el 64% y el 62%. La UNICEF también advierte que la trata en sus distintas manifestaciones se está convirtiendo en el segundo negocio más rentable del crimen organizado después del tráfico de drogas o armas, “porque solo se puede vender una bolsa de cocaína una vez, pero un niño, de cinco a diez veces al día”, como se menciona en una escena de la película.
Las redes pedófilas que se tejen por medio de la pornografía para la explotación sexual de menores infectan casi todos los rincones del planeta. El fácil y cada vez más laxo acceso a internet por parte de menores ha aumentado su vulnerabilidad, aunque durante y después de la pandemia del Covid-19 la situación en general empeoró. En Inglaterra, por ejemplo, se triplicaron las imágenes de abuso de niños de 7 a 10 años, como lo reveló la Internet Watch Foundation (IWF) en 2022.
“Detectamos más material de abuso sexual infantil en línea que nunca antes. En algunos casos, los niños son manipulados, engañados o extorsionados para producir y compartir una imagen o video sexual de ellos mismos. No hay ningún adulto físicamente presente en la habitación. Algunos de estos videos contienen material de categoría A, el nivel más grave de abuso que incluye actividad sexual de autopenetración”, informaron desde la IWF.
(Le puede interesar:¿Está la familia tradicional en amenaza de extinción?)
Pero la trata de menores para explotación y esclavitud sexual no solo se alimenta de la alta demanda de pornografía infantil, sino también del turismo pedófilo. “De los 600 millones de viajes turísticos estadísticamente reportados al año en el mundo, el 20% busca turismo sexual, y el 3% de estos, turismo pedófilo. Son millones de viajeros pidiendo que les provean niños en venta o alquiler. Y hay quien se los ofrece», alertó Eduardo Verástegui, productor de Sound of Freedom.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) apunta a que aunque países asiáticos como Tailandia son los destinos más conocidos del turismo sexual infantil, en Centroamérica y Suramérica este mercado se ha fortalecido. Se estima que en Centroamérica el 20% de la explotación sexual comercial infantil está protagonizada por turistas extranjeros y más del 91% de las niñas víctimas de tráfico sexual infantil en EE. UU. son afroamericanas o latinas.
“He visto videos de una niña que tiene la misma edad de mi hija, siendo violada por un hombre americano que era un turista sexual en Cambodia, y esta niña estaba tan condicionada por su entorno, que pensaba que era un juego”, denunció el actor Ashton Kutcher en unas declaraciones ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense en 2017. Kutcher es el cofundador de Thorn, una organización internacional contra la trata de personas que trabaja para abordar la explotación sexual de niños. Desde su creación en 2012, Thorn ha ayudado a rescatar a más de seis mil víctimas de redes de trata de personas, de las cuales un tercio son niños.
“Me hice amiga de unas chicas mayores. Un día me invitaron a una fiesta y el carro solo andaba. Manejaron casi dos horas. Cuando llegamos era un club de strippers y detrás de ese club había un hotel. No me dejaron ir ni tampoco usar el teléfono. Me quitaron el dinero que llevaba. Luego llegaron unos hombres extraños y me dijeron que yo no iba a volver a casa porque me habían comprado y que ahora yo iba a trabajar para ellos. Me violaron y me pusieron a trabajar allí hasta que fui rescatada”, cuenta Laura, una sobreviviente de trata de personas cuyo testimonio fue compartido a través de las redes sociales de la película Sound of Freedom.
Del lado correcto de la historia
Casos como el del excandidato demócrata que intentó reunirse para un encuentro sexual con quien creía que era un niño de 14 años; o el de Barry Charles Laughton, excongresista «transgénero» por el partido demócrata que el pasado 23 de junio fue arrestado por distribuir pornografía infantil, pueden dar una idea de por qué a muchas personas y compañías afines a la agenda progresista les molesta la nueva producción de Eduardo Verástegui y Alejandro Monteverde.
Los niños son el objetivo de la agenda woke, como ellos mismos salen a gritar en sus marchas del “orgullo”, y las familias protectoras y padres cautelosos son su peor enemigo. La acusación de que el tráfico sexual infantil denunciado en ‘Sonido de Libertad’ es una “teoría de la conspiración” y una artimaña de la “derecha radical”, se cae por su propio peso. Quienes obstruyen el mensaje concientizador, informativo y alarmante de esta producción dejan muchas más dudas que certezas sobre a quiénes protegen, para quiénes trabajan o qué intereses reales tienen.
Algunos se preguntan si es solo coincidencia que hace tan solo una semana un fiscal general estadounidense llamara al reconocido progresista Mark Zuckerberg a testificar, debido a que las plataformas Meta (Instagram, Facebook, WhatsApp y Facebook Messenger) son las más utilizadas por traficantes de personas. ¿Y qué decir de la más reciente decisión del Presidente de EE. UU. Joe Biden de eliminar el tráfico sexual de menores como una de las prioridades del Departamento de Justicia de su gobierno?
Varios espectadores en Estados Unidos incluso han denunciado situaciones extrañas en torno a la reproducción de la película en las salas de cine, como aparentes “problemas técnicos”, “daños” del aire acondicionado en las salas, sonido inaudible y hasta el caso de una evacuación del cine por “problemas no especificados”. No obstante, pese a la censura y el rechazo ‘progre’ que ha recibido en su corto tiempo de estreno, Sound of Freedom goza de un éxito imparable, que además se espera sea mucho mayor cuando llegue a Latinoamérica, Europa y otros países de Occidente en las próximas semanas.
Todo esto demuestra que una minoría perversa o cómplice de crímenes contra los más pequeños y vulnerables es mucho más difícil que sobreviva en silencio e impunidad, si la gran mayoría se une para hacerle frente, denunciar y ubicarse del lado correcto de la historia: del lado de los niños y niñas del mundo.
Angel Studios, la productora que sacó adelante la película, ha utilizado una innovadora herramienta para que la mayor cantidad de personas puedan ir a verla y que su mensaje llegue a todos los rincones. Se trata de Pay It Forward (Pagar por otros) un modelo de distribución que permite a la gente pagar entradas para que otras personas puedan solicitarlas y así ver la película «gratis». Esto puede hacerse también en cantidades amplias, involucrando a compañías o a parroquias e iglesias. La plataforma permite pagar desde 15 dólares para que vea la película una persona hasta incluso 150 mil dólares para que la vean diez mil personas.