¿Está la familia tradicional en amenaza de extinción?
Por ser la única institución natural que representa uno de los tres grandes obstáculos de la agenda globalista, la familia tradicional, compuesta por un hombre y una mujer que tienen hijos, hoy es blanco de ataques que pretenden transformarla, debilitarla o eliminarla.
Ilustración: Juan Ruiz @Jucaruiz
Hace más de dos décadas, en el año 2000, las memorias de David Rockefeller salieron a la luz pública. La dinastía empresarial de su familia, sin embargo, ya llevaba años estableciéndose en Estados Unidos. Empresarios del sector petrolero, ejecutivos y políticos de renombre que salían de la cuna de este grupo familiar hicieron del apellido Rockefeller uno para recordar.
No obstante, la acaudalada familia centró su interés en ayudar a fundar lo que algunos llaman el “armado globalista”, que no es más que un grupo de entidades internacionales como las Naciones Unidas (ONU), el Banco Mundial, la UNESCO, la Organización Mundial de la Salud (OMS), la OTAN y la Trilateral Commission, entre otras, cuyo objetivo es “trabajar en pos de un futuro de gobierno mundial”.
A todos quienes lideran estas organizaciones internacionales “cooperativas”, que hacen parte de una red global con participación en casi todas las naciones del mundo, nadie los ha elegido, nadie los ha nombrado, y mucho menos nadie los ha designado o delegado democráticamente. Sin embargo, estas entidades son capaces de institucionalizar una posición dominante en la política internacional y sostener su supremacía contra todo pronóstico o soberanía nacional individual.
Las posiciones, objetivos e ideologías que se promueven desde este pequeño grupo controlado por una élite multimillonaria, que a su vez luego terminan imponiéndose sin que una sola persona de cualquiera de los países en los que tienen influencia pueda oponerse con voto popular, es a lo que se llama “agenda globalista”.
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Para poder entender el ataque al que se ve sometida la familia en estos momentos, hay que tener clara esta definición. Algunos también se refieren a ella como la agenda 2030 de las Naciones Unidas –ya es 2050, por cierto– y es importante no confundir el concepto ‘globalismo’ versus ‘globalización’. Esta última no es más que un fenómeno positivo de integración de economías en todo el mundo, que hace posible que se pueda comprar un electrodoméstico en Estados Unidos pero que fue fabricado en Japón. O que se pueda comprar un libro en latinoamérica que ha sido publicado en Europa, y así sucesivamente. La globalización nos ha dado la posibilidad de adquirir sin fronteras pero también de acercarnos a partes del mundo que años atrás hubiera resultado imposible.
Sin embargo, el globalismo o la agenda globalista, es otra cosa muy diferente. Y aunque ya se dieron unas pinceladas de lo que significa, la mejor definición de la agenda globalista reposa en las memorias del mismo David Rockefeller, mencionadas al inicio de este texto:
“Algunos incluso creen que nosotros (la familia Rockefeller) somos parte de una cábala secreta que trabaja contra los mejores intereses de los Estados Unidos, caracterizando a mi familia y a mí como internacionalistas que conspiran alrededor de la Tierra con otros para construir una estructura global política y económica más integrada. Un mundo si se quiere. Si esa es la acusación, me declaro culpable y estoy orgulloso de ello”. -David Rockefeller, “Memorias”, p. 405.
Es decir, en palabras del mismo Rockefeller, quien en sus memorias se dedicó a hablar de todas las organizaciones globalistas en cuya creación él y su familia participaron, la agenda globalista no es más que una “cábala secreta” (nadie los conoce, elige o exige rendición de cuentas) que buscan crear una sola estructura política, social y económica mundial con metas internacionales, lo que hace que ninguna de sus entidades se identifique con un país de origen.
La familia como blanco del globalismo
En este punto cualquiera se podría preguntar ¿y exactamente qué tiene que ver la agenda globalista con el ataque a la familia? Sencillo: La agenda globalista tiene tres grandes obstáculos para poder imponer su dominio: la existencia de naciones, el cristianismo bíblico y la familia. En este artículo vamos a centrarnos en esta última.
“¿Por qué la familia? Fundamentalmente por dos razones. Por regla general, la gente nace y crece en el seno de una familia. Si efectivamente se quiere reducir drásticamente la población de este planeta, como llevan anunciando desde hace décadas, la familia conformada por un hombre y una mujer que tienen hijos, es un obstáculo. La segunda razón es el hecho de que la familia, a diferencia del Estado o de los bancos, es una institución natural. Eso quiere decir que la familia es una institución molesta, porque tiene una capacidad de resistencia que va más allá de otras instituciones”, aseguró el reconocido historiador, escritor y periodista de origen español César Vidal, en una conferencia sobre este tema en Dallas, Texas (EE. UU.) en 2022.
Vidal, que ha dedicado buena parte de su vida a denunciar todo este entramado globalista y las serias repercusiones en la libertad, soberanía y futuro de la sociedad Occidental, señala que a diferencia de instituciones creadas humanamente, la familia compuesta por un hombre y una mujer que tienen hijos, es la única institución natural que resiste lo que no resiste todo lo demás.
“Si hay una revolución en un país, las instituciones se colapsan, si se produce una guerra civil o extranjera, el aparato del Estado se resiente y puede que se desplome. Y en esos momentos, ¿a dónde mira la gente?…a la única institución que no se quiebra: la familia”, agregó Vidal.
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La familia tradicional está amenazada y el globalismo tiene mucho que ver. Los ultimátums incluso ya se expresan sin tapujos ni cortinas de humo, como lo hizo ver el reconocido magnate globalista George Soros, cuando en medio de la pandemia una de sus plataformas anunciara que “era el momento de abolir la familia”. Esta amenaza no depende de las creencias, costumbres o valores que caracterizan a cada grupo familiar, y tampoco quiere decir que no haya que reconocer que hayan familias disfuncionales, rotas y en las que las personas sufren.
Sin embargo, es en el seno de una familia en donde incluso el más criminal puede recibir apoyo y respaldo. No hay posibilidad de cualquier tipo de avance como sociedad sin la familia, como lo dice el artículo 16 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948: “La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado”.
La familia y el mito de la sobrepoblación
¿No tener hijos porque ya no hay espacio para más personas en el mundo? Desde hace un buen tiempo la preocupación por la “sobrepoblación” ha sido un tema que ha ocupado las agendas de países desarrollados como China, que en 1985 implementó la polémica política del hijo único como medida para reducir la natalidad.
En octubre de 2015 China abandonó la restricción haciendo un ajuste de dos hijos como límite por pareja. En mayo de 2021 el límite pasó a tres hijos, y en julio de ese mismo año se eliminaron todos los límites junto con las sanciones a quienes las excedieran. En enero de 2023, China anunció que su población se redujo y que esto está generando problemas en su gestión económica.
Si bien esta nación, que hace parte de las cinco potencias mundiales, ya se dio cuenta del rotundo fracaso que significa abrazar el alarmismo poblacional, en Occidente el plan de reducir la natalidad a como dé lugar sigue más firme que nunca.
El plan tomó fuerza en 1970, cuando el presidente estadounidense Richard Nixon nombró al magnate petrolero John D. Rockefeller, abuelo del ya mencionado globalista David Rockefeller, a cargo de la “Comisión sobre el Crecimiento de la Población y el Futuro”. En el marco de esta entidad, el multimillonario publicó el famoso “Informe Rockefeller» advirtiendo al gobierno norteamericano sobre la “necesidad” de controlar la natalidad en el mundo.
Dos años más tarde, el secretario de los Estados Unidos, Henry Kissinger, redactó otro polémico informe que trata el crecimiento poblacional como un tema de “seguridad nacional” y de gran interés económico, migratorio y ambiental.
Como ya lo habíamos informado desde Desencaje, estos documentos fueron el combustible para empezar la implementación del aborto a gran escala y de métodos anticonceptivos “más eficaces”. Es decir, a más población, mayor consumo de recursos naturales para los países ricos y poderosos, razón por la cual «la dinastía Rockefeller ha sido fundamental en la financiación de proyectos de eugenesia y control de población».
No por casualidad la mayoría de los puntos de servicio nacionales e internacionales de la International Planned Parenthood Federation (IPPF), la red de clínicas abortistas más grande del mundo, operan en áreas rurales y periféricas con lupa especial en África y Latinoamérica. La IPPF fue fundada con financiación de la Fundación Rockefeller por la famosa Margaret Sanger, quien creía en la eugenesia: ideología intrínsecamente racista y excluyente que etiqueta a ciertas personas como no deseables.
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Todo este plan de control poblacional que se ha gestado a través de ingeniería social, es lo que ha llevado a que las tasas de aumento de natalidad se hayan disminuido drásticamente casi a la mitad desde la década de los 60s, como la misma ONU ha tenido que admitir.
Contrario a los constantes bombardeos mediaticos que advierten sobre las “catastróficas” consecuencias que le espera a la humanidad si no se toman medidas “inmediatas” para frenar el crecimiento de la población, las Naciones Unidas en su informe sobre perspectivas de la población mundial en 2019 reconoció que “la población mundial seguirá creciendo en el siglo XXI, pero a un ritmo mucho más lento en comparación con el pasado reciente”.
Esto es a lo que muchos expertos llaman el fenomeno del “suicidio demográfico”, refiriendose a la actual crisis de natalidad que se esta experimentando en casi todas las regiones del mundo. En enero de 2023 Japón anunció que combatir la baja natalidad sería la “máxima” prioridad del gobierno, por estar “al borde de no poder seguir funcionando como sociedad”. España ya experimenta la misma alerta, e Italia acaba de ser registrado como el país de la Unión Europea con las cifras más bajas de natalidad, tendencia que amenaza la estabilidad del PIB nacional además de ser el segundo país más envejecido del mundo, después de Japón.
Así las cosas, la razón por la cual la familia resulta uno de los tres grandes obstáculos de la agenda globalista, es porque la unión entre un hombre y una mujer asegura la reproducción natural de seres humanos, y estos padres a su vez protegen, acompañan y educan a sus hijos por regla general. Esto hace que la familia sea muy difícil de desintegrar y que los miembros de esta sean, por consiguiente, difíciles de manipular. Lo anterior va en contravía del objetivo principal del globalismo, que es reducir la población mundial y ejercer control total sobre ella (a menor población, mayores recursos para la élite global).
Conclusión: ¿Se quiere reducir la población mundial? Sí. ¿Lo hacen porque hay sobrepoblación? No. ¿Lo que hay detrás son intereses económicos y capacidad de control? Sí. ¿Por eso resulta la familia tradicional un estorbo para los propósitos globalistas? También.
Movimientos progres promueven el ataque
El feminismo radical, el movimiento abortista, la ideología de género a través del ‘lobby’ LGBT, así como el impacto y los avances de la fertilización in vitro (FIV) y de las tecnologías de reproducción asistida (TRA), tales como el negocio de la gestación subrogada, no solo se han limitado a revolucionar el proceso natural de reproducción sino que han permeado su agenda en prácticamente todas las instituciones de la sociedad. La familia y el parentesco, como expresiones sociales de la reproducción, se han visto profundamente transformados.
«La familia nuclear debe ser destruida… cualquiera que sea su significado final, la ruptura de las familias ahora es un proceso objetivamente revolucionario”, dijo la escritora feminista radical Linda Gordon. Todos estos movimientos sociales de izquierda, financiados con dinero de globalistas pero con el falso discurso de que están haciendo una “revolución”, han encontrado en la familia un blanco que, según ellos, se debe destruir, cambiar o regular.
Inspirados en el pensamiento marxista, que aseguraba que “la correlación sagrada de padre e hijo no es más que tonterías burguesas”, estos personajes proponen reorganizar la sociedad para dejar absolutamente todo, hasta la crianza de los hijos, su desarrollo y formación escolar, social, cultural e incluso religiosa, en manos del Estado.
Para estos movimientos, el matrimonio heterosexual monógamo y la creación de una familia a partir de esta relación, representan una “opresión” toda vez que hace de los hijos una supuesta “propiedad privada” de los padres y de las mujeres una “propiedad privada” de los hombres. “Para criar niños con igualdad, debemos alejarlos de las familias y criarlos en comunidad”, aseguró Mary Jo Bane, feminista y exsubsecretaria de la Administración para Niños y Familias del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU.
No obstante, el hito más importante en cuanto a desnaturalizar la familia se produjo en 1995 en la Conferencia Mundial sobre la Mujer en Pekín. Este evento supuestamente pretendía hacer valer los derechos de la mujer, pero las mujeres dejaron de ser mujeres para convertirse en género. “No había ya un género masculino y femenino. El género era una creación de la sociedad y por lo tanto de alguna manera podría haber una amplitud de géneros y estos sobrepasaban lo que era la configuración de la familia”, explicó Cesar Vidal en su conferencia de 2022.
A pesar de que países europeos y, por supuesto, Estados Unidos, asintieron a la nueva ideología que hace una diferencia entre el sexo biológico y el género, naciones de Asia, Africa y América se quejaron porque en el documento final no había ninguna referencia a la familia. “¿Cómo vamos a proteger a la mujer si al final acabamos hablando de géneros? ¿Cómo vamos a ayudar a la mujer si la familia no es ni siquiera mencionada?”, se preguntaban. Han pasado casi tres décadas desde aquel momento y el tema, lejos de quedar en el olvido, se ha intensificado tanto que en estos momentos la ONU ha reconocido la existencia de 112 géneros.
Medios de ataque
De manera práctica, la familia está siendo atacada desde cinco áreas en específico: La educación, la autoridad parental, el ordenamiento civil, la libertad de expresión y la violencia familiar. Cabe mencionar que estas arremetidas han sido y continúan siendo introducidas a través del control de la mayoría de medios de comunicación y de lo que se conoce como “Big Media”, que no son más que las grandes compañías de entretenimiento audiovisual, cine y música. Hoy solo seis grandes conglomerados tienen la potestad mediática sobre casi toda la información que se consume de manera directa o indirecta en el mundo.
“Actualmente el 90% de los medios en los Estados Unidos está controlado por sólo seis corporaciones: AT&T, CBS, Comcast, Disney, Newscorp y Viacom. Esto significa que sólo 232 ejecutivos de medios están al mando de la gran mayoría de la información que se nos presenta, controlando un patrimonio neto total de más de $430 mil millones”, denunciaron recientemente desde Pathfinder, uno de los periódicos universitarios más galardonados de norteamérica.
Las redes sociales y el internet (Big Tech) están acaparados en su mayoría por Google, Microsoft y Facebook, empresas abiertamente progresistas y cuyos medios de control son bien conocidos, al punto de influir poderosamente en debates políticos y elecciones presidenciales como sucedió en 2020 en Estados Unidos. Al dueño de Facebook e Instagram, Mark Zuckerberg, incluso lo han llamado “el hombre más poderoso de América que nadie ha elegido”.
Esto quiere decir que la mayoría de las personas no se detienen a pensar de dónde provienen los mensajes que consumen y a qué intereses sirven, pero aún así es más difícil no ver una campaña mediática que lanzarla, porque todo está en control de muy pocas manos.
Así es que han introducido la denominada “perspectiva de género” en películas, dibujos animados y noticias. Así también han ensalzado la promiscuidad en canciones y videos musicales y han normalizado la disforia de género. Así han atacado a la ciencia y a la biología natural e intrínseca del cuerpo humano a la que hoy llaman «opresión», y así también están apuntando a la familia, como explicamos en la segunda parte de esta investigación. Espérela muy pronto.