Opinión | Las lecciones que deja el mes del comité de aplausos de la agenda arcoíris
Terminó Junio, el denominado “mes del orgullo LGBT”, y una vez más se demuestra lo evidente sobre esta comunidad: quienes dicen estar discriminados y oprimidos tienen a todo el establishment global, la farándula, la industria e incluso el deporte mundial, de rodillas ante su agenda arcoíris forzada.
Ilustración: Juan Ruiz @Jucaruiz
Se pudo ver de todo en el recién pasado mes de junio, el denominado “mes del orgullo LGBT”: Desde personas marchando completamente desnudas por las calles de Toronto (Canadá); ciclistas desnudos en Washington (EE. UU.) que se lavaron en una fuente en donde niños corrían y jugaban, hasta festivales “familiares” de la “resistencia trans” con condones, lubricantes y juguetes sexuales de todo tipo en Massachusetts. Todo esto, por su puesto, delante de menores de edad, con propaganda política de izquierda y sin ningún tipo de control.
Lo que empezó con una celebración de un día del orgullo gay terminó copando la agenda de todo un mes. Más que una conmemoración de las luchas «discriminatorias y de opresión» que esta comunidad alega, Junio parece más el comité de aplausos global de la agenda arcoíris que tiene a todo el establishment global, la farándula, la industria e incluso el deporte mundial, de rodillas ante su agenda forzada.
Es válido preguntarse, entonces, en dónde está la supuesta opresión cuando las banderas nacionales de 193 países miembros de las Naciones Unidas (ONU) fueron reemplazadas por banderas multicolor en el Centro Rockefeller en Nueva York, o dónde está la proclamada tiranía heteropatriarcal cuando los servicios de rescate, la ley y el orden policial levantan la bandera LGBT y colorean de arcoíris sus escudos y símbolos patrios, como también sucedió recientemente en Colombia.
Con muy pocas excepciones, la gran mayoría de empresas, parques, jardínes infantiles, colegios, universidades, organismos internacionales, plataformas digitales, películas, música, radio, gobernantes y diplomáticos de casi todas las vertientes políticas, Fuerzas Armadas y policiales e, incluso, iglesias católicas y evangélicas en Occidente, terminaron conmemorando inclinaciones sexuales que incluyen la pedofilia y la zoofilia, en el marco de la celebración de cuatro semanas del orgullo LGBT.
(Te puede interesar: Así funciona el plan globalista para abolir la familia )
¿Por qué se habla de “orgullo”? ¿No es la sexualidad algo íntimo y personal? ¿No es parte de la privacidad individual y una decisión personal el decidir quién te gusta o con quién se tiene intimidad? Así solía ser en algún momento de la historia, cuando las discusiones legislativas en los congresos republicanos trataban temas realmente coyunturales como la pobreza o la economía, pero no es así en esta época woke*.
El lobby LGBT ha hecho de su vida íntima, de lo que tienen entre las piernas y de la elección de con quién tienen relaciones sexuales, un asunto político y social a gran escala masivamente financiado por una élite global, que hoy funciona por imposición y criminaliza, censura y matonea a todos quienes no hacen parte de su comité de aplausos.
“El verdadero significado del orgullo LGBT: Castración química de menores de edad, destrucción de los derechos parentales, destrucción del deporte femenino, destrucción de las banderas nacionales, destrucción de la ciencia, destrucción de la vida política”, dijo el escritor Pablo Muñoz Iturrieta en sus redes sociales. A esta lista de estragos que está dejando esta agenda agregaría la destrucción de la familia, la destrucción de la salud mental de miles de cientos de niños y jóvenes, la destrucción de la libertad de expresión y de la libertad religiosa, y el adoctrinamiento escolar.
«La gran paradoja es que si bien la ideología de la identidad supuestamente lucha contra todo un sistema de injusticia, si prestamos atención esta misma ideología es, de hecho, el sistema actual que nos gobierna y controla absolutamente todo lo que hacemos. Es decir, la ideología woke* dice luchar contra el sistema, pero en realidad esta ideología es el sistema mismo en el cual vivimos», agrega este doctor en filosofía y autor de libros como Atrapado en el cuerpo equivocado y Las mentiras que te cuentan, las verdades que te ocultan».
En nombre de la diversidad y la «tolerancia», la agenda LGBT y el despliegue de su propaganda multicolor financiada con dinero globalista, está detrás de todos los programas de la famosa Educación Sexual Integral (ESI), que enseña a alumnos de primaria a masturbarse y a tener sexo anal, como se acaba de denunciar que está sucediendo en Reino Unido en más de 240 colegios. Dicho plan de “estudio” para niños desde los nueve años, también incluye temas de identidad de género que tratan la homosexualidad, la transición sexo genérica y los «orgasmos antes de que lleguen a la pubertad», además de ponerles como tarea «masturbarse».
Toda la agenda ideológica de género, diversidad y sexualización descontrolada que hoy se exhibe, celebra y promueve más que cualquier otro evento o movimiento social, tiene como objetivo los niños, las familias y el cristianismo bíblico y esa es la primera lección que podemos sacar de lo que pasa cada año en Junio. El ataque directo a la niñez, a su inocencia y vulnerabilidad, y con ello a los padres de familia, tutores legales y principios cristianos que velan por los derechos y protección de estos pequeños, es real y cada vez más agresivo.
(Te puede interesar: ¿Está la familia tradicional en amenaza de extinción?)
“Estamos aquí, somos queer, venimos por tus hijos”, fue la frase que gritaron activistas LGBT en la “Marcha Drag” anual en Nueva York el pasado viernes 23 de junio, en el marco del mes del orgullo gay. Ya no lo esconden ni mucho menos lo tratan de maquillar. Tampoco es un secreto los crecientes casos de personas transgénero y/o drag queens envueltas en escándalos de delitos sexuales con menores de edad, entre los cuales el más reciente es el de un excongresista estadounidense del partido demócrata nombrado como “el primer legislador estatal abiertamente transgénero”, a quien arrestaron la semana pasada por distribuir pornografía infantil.
Los mismos que gritan que vienen por tus hijos en marchas con banderas coloridas exigiendo tolerancia y respeto, son los mismos que llevan a niños, adolescentes y jóvenes a someterse a mastectomías y castraciones innecesarias en órganos perfectamente sanos «alimentando una industria multimillonaria de abuso médico infantil», como lo denunció la congresista estadounidense Marjorie Taylor.
Otra lección es el poder evidenciar que ese proclamado “orgullo” no es más que una palabra que encaja perfectamente con el siempre insaciable ego humano. Sin embargo, lo que hay detrás de la comunidad multicolor es una realidad bastante oscura. No se entiende cómo hablan de orgullo cuando el VIH y el suicidio son las principales causas de muerte de hombres homosexuales y bisexuales. Tampoco se entiende el orgullo cuando más del 50% de las lesbianas denuncian abuso sexual; cuando el 27% de los trans dan positivo para VIH o cuando los hombres homosexuales (1.65% de la población de EE. UU.) representan el 63% de casos de sífilis de dicho país.
¿Cómo se puede hablar de orgullo, cuando el 53% de las madres de niños transexuales padecen de Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) o cuando el riesgo de ideaciones suicidas es cinco veces mayor en adolescentes que no se sienten identificados con su sexo biológico, y el intento de suicidio es hasta 7,6 veces mayor?
A todos nosotros pero en especial a las nuevas generaciones, nos quieren manipulables, tontos, solos, enfermos, inestables y sobre todo estériles. Esa es otra lección que podemos aprender en la medida en que nos informamos, cuestionamos y formamos nuestro intelecto y el uso de la razón para conocer lo que realmente hay detrás de toda esta inversión. La agenda arcoíris es el conejillo de indias del globalismo que busca, a como dé lugar, reducir la población mundial, deshumanizar al ser humano, trastornar y debilitarlo desde su identidad, naturaleza y entereza para poder controlar mejor desde un solo gobierno global, un mundo que no conozca límites.
Es por eso que los padres de familia, hoy más que nunca, deben proteger, luchar y velar por sus derechos parentales y por la vida de sus hijos. Y eso comienza cuestionando, informándose correctamente y formándose sobre cómo contraatacar culturalmente toda esta red global y cómo salvaguardarse de sus constantes y crecientes ataques.
(Te puede interesar: El movimiento de trans arrepentidos del que poco se habla)
Ahora, si me preguntaran sobre las cosas o situaciones que me podrían generar verdadero orgullo en esta vida pensaría en unas cuantas: profesar mi fe cristiana con valor y alegría hasta el último de mis días, seguir educándome para forjar un mejor futuro, sacar adelante una familia, tener un trabajo estable, cumplir sueños con esfuerzo y disciplina y criar hijos con valores, convicciones, sentido crítico y una buena educación que persiga la búsqueda de la verdad.
Me daría orgullo construir una relación estable, duradera, de respeto, compromiso y fidelidad que esté conmigo hasta el día de mi muerte. También me enorgullecería aprender a amar a quien me ha herido o perdonar a quien no me ha pedido o jamás me pedirá perdón. Hay tantas cosas por las cuales trabajar para sentir orgullo por los dones, talentos, oportunidades y bendiciones que Dios nos regala a diario.
Con quien te acuestas, que haces en tu intimidad o tus preferencias sexuales no son orgullo de nada. Son elecciones personales que deben ser respetadas pero no necesariamente compartidas, promovidas, celebradas o impuestas a todo el mundo, a toda costa, de todas las maneras posibles. Sigamos abriendo los ojos ante todas estas realidades y aprendamos que aunque la perversión se vista de colores, la verdad siempre brillará infinitamente más fuerte.
(Te puede interesar: Cultura drag: de bares gay a bibliotecas y jardínes infantiles)
*«La palabra Woke hace alusión a un neologismo que surge dentro de ambientes universitarios y que hace referencia a estar «alerta» a situaciones de supuesta «injusticia social». Según sus proponentes, estas supuestas injusticias son «invisibles». Ellos aseguran que hay toda una estructura de injusticia que apunta a cuestiones de género, de orientación sexual, de razas y del estatus inmigratorio de una persona, y que esto afecta a clases ya no basadas en cuestiones sociales o económicas, sino una nueva distinción. Estos ideólogos aseguran que debemos eliminar la noción de derechos universales y abrazar un nuevo sistema de derechos basado en cuestiones individuales que visibilicen, por ejemplo, la orientación sexual de la persona y la denominada identidad de género», explica Pablo Muñoz Iturrieta.
Para más información recomiendo el siguiente video: