El lado oscuro de la acaudalada industria de la fertilidad
La industria de la fertilidad se está beneficiando de engañosas promesas a las mujeres y de las vidas descartadas de innumerables bebés desde su etapa más temprana de vida, que es la embrionaria.
Ilustración: Juan Ruiz @Jucaruiz
A inicios de 2023, la famosa cantante Kesha estuvo cerca de morir después de complicaciones serias ligadas al proceso de congelamiento de sus óvulos. La estrella pop colapsó y fue llevada de emergencia al hospital, en donde estuvo internada por nueve días. Los doctores descubrieron una complicación que amenazaba su vida, resultado de su tratamiento de fertilidad. “Fue horrible. Estaba tomando mi salud reproductiva en mis propias manos”, confesó la artista.
Los óvulos congelados, otro de los servicios de fertilidad que en muchos casos terminan siendo utilizados para embarazos subrogados, solo se pueden fertilizar vía fertilización in vitro (FIV). Sin embargo, el 75% de los bebés creados a través de FIV no llegan a la implantación o al nacimiento. Además, las mujeres que congelan sus óvulos tienen 8% más de riesgo de sufrir un embarazo ectópico por FIV que por concepción natural. También tienen 35% de riesgo de experimentar un aborto espontáneo si se usa FIV después de los 35 años y 50% si se usa FIV después de los 45 años.
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“A las mujeres se les dice que pueden parar su reloj biológico al congelar sus óvulos. Esto es una farsa. Congelar los óvulos implica serios riesgos para las mujeres y sus hijos. La extracción de óvulos conlleva el riesgo de dolor intenso, infección pélvica y ovárica, lesiones en el intestino, la vejiga, el útero o los ovarios, e infertilidad”, alertaron desde la organización provida estadounidense Live Action.
De acuerdo con esta organización, la industria de la fertilidad se está beneficiando de engañosas promesas a las mujeres y de las vidas descartadas de innumerables niños desde su etapa más temprana de vida, que es la embrionaria. “La fertilidad es una industria multimillonaria que se beneficia de la desesperación de las personas que quieren ser padres. Solo una ronda de FIV cuesta decenas de miles de dólares, con solo un 20-30% de posibilidades de éxito. En ese camino hacia el éxito hay innumerables bebés que no sobreviven, que son descartados por no ser perfectos o abortados por ser un bebé de más, después de haber sido creados para cumplir los deseos de sus padres”, agregaron.
¿No te gusta tu bebé o salió uno de más?
Los bebés por nacer que son descartados por no cumplir los deseos o expectativas de los padres es lo que la industria de la fertilidad llama elegantemente “reducción o interrupción fetal selectiva”. En palabras más sencillas: aborto selectivo. Lo anterior sucede cuando en el proceso de implantación más de un embrión sobrevive a las rondas de FIV. Debido a que existe mayor probabilidad de que un embrión sano resulte implantado si se realizan los ciclos de FIV con múltiples embriones, en estos tipos de tratamientos es común que se gesten gemelos o trillizos, incluso más.
Es decir, muchas parejas celebran la creación de múltiples embriones de “calidad” para tener oportunidades de intentarlo una y otra vez, pero no la implantación de múltiples bebés sanos cuando varios de esos embriones sobreviven. Cada vez se conocen con mayor regularidad las historias de parejas que deciden terminar con la vida de uno o más de sus bebés por nacer cuando se enteran de que, gracias al proceso de fertilización in vitro, van a tener más de un solo hijo al mismo tiempo. Muchos deciden sacrificar “selectivamente” al feto o a los fetos, a través de una inyección de cloruro de potasio en el corazón.
Así lo relata en detalle una mujer en Estados Unidos quien, después de un tratamiento de FIV, quedó embarazada de gemelos. Junto con su esposo ya tenían en casa un niño de tres años y estaban decididos a tener solo dos hijos. Así que al enterarse de que los gemelos eran niño y niña, decidieron terminar con la vida del niño.
“La doctora nos dijo que tomaría en cuenta cualquier preferencia de género si se determinaba que ambos bebés tenían la misma salud. Ahora, mientras examinaba el ultrasonido, preguntó si el género nos importaba. “Bueno, tenemos un niño en casa, así que supongo que preferiríamos una niña», dije, dándome cuenta con un sobresalto de que, dado que ella nos dio a elegir, debo estar embarazada de un niño y una niña, y yo acababa de elegir terminar con un chico”, dijo la mujer en un artículo detallado en el que contó sobre su “reducción selectiva”.
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La «reducción del embarazo multifetal», como también se le conoce a este procedimiento, permite que los mismos padres que crearon a estos niños a propósito y deliberadamente, acaben con su vida a través del aborto selectivo. Pero esto no es lo único que convierte la vida de miles de millones de bebés por nacer en un juego de adultos tremendamente jugoso.
Tan reducidas están las vidas humanas que se generan, sacrifican, compran y venden dentro de esta industria, que los médicos examinan las decenas de embriones que se crean durante un solo ciclo típico de FIV para encontrar los que se consideran de «más alta calidad». Incluso los llegan a etiquetar por un «sistema de clasificación» determinado por la probabilidad de sobrevivencia, con designaciones asignadas como 5AA o 4AB.
“Este proceso reduce a los niños a artículos en una línea de fábrica, en lugar de los individuos únicos y especiales que son. Clasificar a los seres humanos en función de su salud percibida es una forma de eugenesia”, advierten desde Live Action.
Fertilidad, ricos a costa de muertos
En Inglaterra, estadísticas oficiales muestran que casi la mitad de los embriones utilizados para ayudar a una mujer a concebir a través de la fertilización in vitro (FIV) se desechan durante o después del proceso. Datos recopilados por la Autoridad de Embriología y Fertilización Humana (HFEA), el regulador de la industria de la fertilidad en dicho país, alertan sobre la preocupación del nivel exorbitante de desechos (humanos) generados en hospitales y clínicas de fertilidad.
“Para 2012 se habían creado, desde 1991, más de 3,5 millones de embriones humanos, produciendo solo 235.480 “sacos gestacionales” o evidencia de implantación exitosa. En total se implantaron casi 1,4 millones de embriones con la esperanza de iniciar embarazos, y menos de uno de cada seis resultó en un embarazo”, informaron. Según esta información oficial, para esa fecha había 1,7 millones de embriones que se desecharon sin usar (no deseados) y otros 23.480 se desecharon después de sacarlos del almacenamiento. Una buena parte de los embriones también se utilizan en experimentos científicos.
Por otro lado, los riesgos de abortos espontáneos tempranos o tardíos son significativos para todas aquellas mujeres que se someten a tratamientos de fertilidad o que prestan sus vientres para dar a luz un bebé producto de este procedimiento. Para quienes deciden congelar sus óvulos, investigaciones revelan que el riesgo de pérdida del feto es mucho mayor.
La definición más básica de lo que significa un embrión hace que los tan promocionados tratamientos de fertilidad sean un negocio que abulta sus bolsillos a costa de la muerte de cientos de miles de vidas humanas. “Un embrión es un ser vivo en las primeras etapas de su desarrollo, desde la fecundación hasta que el organismo adquiere las características morfológicas de la especie. En el ser humano, el término se aplica hasta el final de la octava semana desde la concepción (fecundación)”.
Desde el momento de la concepción hasta el nacimiento, el futuro bebé recibe diferentes “nombres” dependiendo de la semana de gestación: cigoto, embrión, feto y neonato. En cualquiera de ellas es un ser humano. Lo avanzado o no que esté en sus etapas de desarrollo no le quita ni un solo céntimo de su humanidad.
Lo anterior se traduce en que todos los millones de embriones que la industria de la fertilidad utiliza y mueren en el proceso de implantación, o los que simplemente desechan como “no deseados” después de estar almacenados, e incluso los que logran sobrevivir pero no terminan acomodándose al gusto, expectativas o presupuesto de quienes pagaron por crear su vida, no son más que millones de seres humanos a quienes les han robado su humanidad para abrir un mercado insaciable y cada vez más rentable.
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Pero aún queda otra parte: los embriones que sobreviven y que logran desarrollarse a término, nacer y crecer. “Soy hija de un extraño, que de manera altruista me vendió a mí, su hija biológica, a una familia que nunca conocería. Él cedió sus derechos de ser un padre para mí, y mis padres compraron con gusto el regalo que les daría, un hijo. Estaban extasiados de felicidad cuando mi madre quedó embarazada, pero nadie consideró cómo me sentiría yo por la transacción que se llevó a cabo, cómo me sentiría por no tener derecho a una relación con mi padre biológico, sin acceso a mi familia paterna, ni siquiera información médica”, relato Ellie, una mujer concebida gracias a tratamientos de fertilidad.
Como Ellie nacen millones cada año en el mundo. Seres humanos víctimas de una transacción comercial y padres y madres víctimas de un sistema de negocio que los convence de que esta es su única opción. Es a este mismo sistema, al que tampoco le conviene que más personas se enteren de que hay otros procedimientos médicos para combatir la infertilidad que no sacrifican vidas humanas. Existen tratamientos médicos y quirúrgicos que cooperan completamente con el sistema reproductivo, basándose en el cuidado de la fertilidad en lugar de un enfoque de control de la fertilidad.
Esta es la segunda parte de la investigación sobre el multimillonario negocio detrás de las Tecnologías de Reproducción Asistida (TRA), especialmente la Fertilización In Vitro (FIV). Para leer la primera parte haga click AQUI.