Opinión | #NosEstánMatando, pero les dejó de importar
Señores tuiteros: ¿Qué pasó con el conteo de las víctimas en Colombia? ¿Dejaron de ser familias e historias y pasaron a ser una cifra que ahora parece quieren esconder?
Ilustración: Juan Ruiz @Jucaruiz
Por: Juan Felipe Iregui
Durante el pasado Gobierno en Colombia, encabezado por el expresidente Iván Duque, un líder de filiación política de centro, se vivió una etapa de protestas sociales y violencia muy fuerte para el país. Sumado a esto, entre la Presidencia del año 2018 al 2022 Colombia soportó, al igual que todos los países del globo, una pandemia que acabó con la vida de miles de personas. Durante este lapso de tiempo Colombia además atravesó la etapa de post acuerdo de Paz de La Habana, un proceso que, como otros, suele ser muy violento porque generalmente hay miembros de los grupos criminales que no están interesados en reinsertarse a la vida en sociedad y vuelven a delinquir.
Esta etapa fuerte de violencia tuvo como objetivo principal a los exintegrantes de las Farc, la guerrilla que se acogió a dicho acuerdo, los cuales son persuadidos para que vuelvan a sus anteriores andanzas bajo graves amenazas de no hacerlo y, por otra parte, quienes protegen el medio ambiente y los derechos fundamentales. Estos dos grupos poblacionales son los más vulnerables en un país en etapa de post acuerdo. Así lo soportan las cifras de asesinatos y masacres reveladas por el Instituto de estudios para el Desarrollo y La Paz (Indepaz), que notificó que para 2020 en Colombia hubo un total de 91 masacres con más de 381 personas asesinadas; para 2021 hubo 96 masacres con más de 338 víctimas; y el 2022 contó con 94 masacres y 300 personas asesinadas.
(Te puede interesar: Opinión | Minería en el mundo: ¿En verdad no?)
En medio de todos estos hechos, se fue haciendo fuerte el llamado de una colectividad política de izquierda liderada por el ahora presidente Gustavo Petro, quienes reclamaban y contaban diariamente el número de personas que caían a causa de los grupos criminales en Colombia. Estas personas aseguraban que los números debían dejar de ser estadística y en cambio individualizarse, ya que se hablaba de seres humanos y de familias que estaban siendo absolutamente vulneradas en sus derechos fundamentales.
#NosEstánMatando fue el hashtag que se hizo tendencia en la red social Twitter (ahora X), cada vez que un asesinato de este tipo ocurría. Esta colectividad política también nos hizo creer que con la aprobación del acuerdo de Escazú, un tratado ambiental entre países de América Latina, estos asesinatos dejarían de ocurrir y que se protegería de manera especial a este grupo poblacional. Lo cierto es que estos atentados no sólo no dejaron de ocurrir sino que los números siguen presentes y en aumento, pues hoy cientos de colombianos siguen despidiendo a uno o varios miembros de sus familias por el simple hecho de defender causas legales o de acogerse a dudosos acuerdos de paz.
La colectividad política contadora de masacres que se rasgaba las vestiduras ante tal violencia y que promovía conciertos con cantantes activistas que lloraban públicamente por los muertos, por consiguiente se hizo elegir desde el descontento ciudadano y llegó prometiendo que todas estas situaciones «dejarían de ocurrir en un gobierno progresista». En campaña presidencial, Gustavo Petro incluso aseguró “que a los tres meses de ser Presidente se acababa el ELN”.
Como era de esperarse, mensajes como los anteriores llenaron de esperanza los rincones más golpeados del país. No obstante, contrario a que Colombia se acercara a ese deseo colectivo de «vivir en paz», el país se ha enfrascado, una vez más, en una etapa de violencia e inseguridad similares a las del 2000, en donde el Estado no tiene control alguno sobre su territorio.
(Te puede interesar: El ABC del engaño de la sobrepoblación)
Es por todo lo anterior que ahora más que nunca quisiera preguntarle a los señores tuiteros opositores del 2018-2022: ¿Qué pasó con el conteo de las víctimas? ¿Dejaron de ser familias e historias y pasaron a ser una cifra que ahora parece quieren esconder? Las estadísticas nacionales muestran que a corte del 22 de diciembre de 2023, en Colombia ocurrieron 93 masacres con un total de 300 víctimas. Pero no solo eso. Solo entre enero y marzo del 2023, cuando Gustavo Petro ya llevaba alrededor de siete meses en el poder, se presentaron 77 secuestros. Este delito aumentó en un 103% en comparación a las cifras recopiladas en el mismo lapso de tiempo durante el año anterior.
Desde que Petro asumió la Presidencia el hurto a vehículos también aumentó, el hurto a personas aumentó, el hurto a residencias aumentó, la extorsión aumentó, los delitos contra los recursos naturales y medio ambiente aumentaron, las capturas por extracción ilícita de minerales disminuyeron y, no menos importante, el homicidio de civiles no uniformados (es decir, personas que no hacen parte del ejército) es la tercera cifra más alta de los últimos diez años.
Vuelvo y pregunto señores tuiteros: ¿Qué pasó con el conteo de las víctimas? ¿Dejaron de ser familias e historias y pasaron a ser una cifra que ahora parece quieren esconder?Personalmente, tengo bastantes interrogantes frente al concepto de “líder social”, aunque no por pretender invisibilizarlos sino porque soy un convencido que ninguna vida vale más que otra y por eso todos los homicidios revierten para mí la misma gravedad. Sin embargo, al ser el “liderazgo social” un concepto absolutamente resaltado por esta colectividad del 2018 al 2022, que por cierto ahora casi ni lo mencionan, también quiero hablar de estas cifras.
Según Indepaz, quien maneja las cifras del número de masacres y de víctimas en Colombia, del año 2020 al 2022 hubo una disminución del 21% de masacres en Colombia, cifra que sigue siendo muy alta y requiere una acción inmediata y oportuna. La variación anual de las masacres, por su parte, era de aproximadamente 11% al año. Con el actual gobierno progresista, que manejó la indignación de las masacres y asesinatos como manera de hacer política, la variación de las víctimas de año a año es del 3%. Es decir, el «cambio» que prometieron no parece ser un cambio ni en la disminución de la violencia ni en la variación de víctimas que cobra dicha violencia.
Cabe aclarar, por supuesto, que los llamados «procesos de paz» llevados a cabo no solo en Colombia sino en otros países que han pasado por contextos similares, tienen la característica de ser altamente complejos especialmente porque las guerrillas pasan de ser un grupo organizado a convertirse en múltiples células de delincuencia. Estas van buscando satisfacer sus intereses económicos individuales principalmente a partir del narcotráfico y la extracción ilícita de materiales, entre otros delitos de lesa humanidad. Es allí cuando se evidencia que dos de las grandes actividades a partir de las cuales se financian los grupos armados ilegales en Colombia tienen un mismo resultado: son altamente degradadoras del medio ambiente.
Por ejemplo, la pérdida de biodiversidad en el pacífico Colombiano a causa de la extracción ilícita de materiales es absolutamente catastrófica, como se observa en la imagen a continuación. Por otra parte, la deforestación a causa de la siembra de coca en Colombia produce unas pérdidas aterradoras en las capas vegetales. Todo esto también derrumba el discurso ecologista tan característico de los gobiernos progresistas, aunque especialmente con el que se ayudó a elegir Gustavo Petro, pues su propuesta de «paz total» no solo aporta a la continuación del derrame de sangre en Colombia a causa de la violencia, sino a una degradación incalculable de los recursos naturales del territorio colombiano.
Pero las preguntas no quedan ahí y otras surgen: ¿Por qué el tan famoso hashtag #NosEstánMatando dejó de ser tendencia? ¿Por qué los políticos que resultaron electos por la indignación dejaron de contar las masacres en Colombia? Y pregunto por última vez, señores tuiteros: ¿Qué pasó con el conteo de las víctimas? ¿Dejaron de ser familias e historias y pasaron a ser una cifra que parece ahora quieren esconder? La verdad es que nos siguen matando, pero les dejaron de importar las víctimas porque ya lograron elegirse.