“No tendrás nada y serás feliz”, bienvenidos a las ciudades de 15 minutos
París, Barcelona, Bogotá y Suecia ya se suman a este proyecto de ciudades de 15 minutos. En medio de la noticia muchos cuestionan si la propuesta es una fantasía climática o una estrategia de control social.
Ilustración: Juan Ruiz @Jucaruiz
Corría el año 2016 cuando el Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés) publicó, en el mes de diciembre, un artículo escrito por la exministra de Medio Ambiente de Dinamarca, Ida Auken. Se titulaba: “Bienvenido al 2030. No tengo nada, no tengo privacidad y la vida nunca ha sido mejor”.
“Bienvenido a mi ciudad – o debería decir, “nuestra ciudad”. Nada me pertenece. No soy dueño de un auto. No soy dueño de una casa. No poseo electrodomésticos ni ropa. Puede parecerte extraño, pero esta ciudad, para nosotros tiene mucho sentido. Todo lo que considerabas un producto, se ha convertido en un servicio. Tenemos acceso al transporte, alojamiento, comida y todo lo que necesitamos en nuestra vida cotidiana. Una por una, todas estas cosas se convirtieron en gratuitas, por lo que al final no tenía sentido para nosotros poseer mucho”.
“…Ya no tenía sentido poseer un auto, puesto que podíamos utilizar un vehículo no tripulado o un auto volador para hacer viajes más largos en minutos…Algunas veces me molesto por el hecho de que no tengo una verdadera privacidad. No hay un lugar al que pueda ir y no estar registrado. Sé que, en algún lugar, todo lo que hago, pienso y sueño se queda registrado”.
Cada letra de lo que escribió Auken no se trata de una simple utopía, como aclaró ella misma, sino de un escenario “real» de ciudades para el año 2030, de acuerdo con las tendencias modernas de construcción. “Así será para mejor o para peor”, aseguró la exministra en su cuenta de Twitter.
Hace ya siete años desde dicha publicación y, lo que para muchos parecía una visión fantasiosa, hoy está haciéndose realidad. Hace unas semanas el Foro Económico Mundial, responsable de hacer públicas las palabras de Ida Auken, compartió al mundo los avances de su nueva propuesta de urbanismo: las ciudades de 15 minutos o The 15-Minute cities.
Se trata de pequeños núcleos urbanos que pretenden tener todas las comodidades necesarias a una corta distancia a pie, en bicicleta o en transporte público desde el hogar. Los países o estados que se acojan a esta propuesta, también impulsada por la Agenda 2030 de las Naciones Unidas (ONU), tendrían que modificar los planes urbanos de sus ciudades para que todo habitante tenga cerca los servicios fundamentales que frecuenta.
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El modelo urbanístico que “apuesta principalmente por reducir los desplazamientos e impulsar una vida basada en la proximidad”, se ha empezado a implementar en París, Bogotá, Barcelona y Suecia, ciudades que forman parte del Grupo de Liderazgo Climático, más conocido como la Red C40.
Así serían las ciudades de 15 minutos
Este un plan que busca contribuir al renombrado “cambio climático”, reduciendo la aparente necesidad de usar medios de transporte. “Numerosos modelos urbanos están surgiendo en respuesta a las emergencias climáticas, como se señaló en la COP26, lo que resulta en un llamado a políticas de descarbonización urgentes y profundas. Un modelo emergente, que responde a la necesidad de resultados urbanos más sostenibles, es el de la Ciudad de 15 minutos «, se lee en un artículo escrito por los creadores de este concepto, publicado en 2022 en la revista Nature.
La búsqueda de ciudades más sostenibles e inteligentes es “urgente”, de acuerdo con los ponentes del concepto, “ya que las ciudades aportan más del 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), y por lo tanto exige una redefinición de algunas políticas urbanas contemporáneas, especialmente en torno a la movilidad”.
La idea sería tener más zonas verdes, más comercios, menos transporte “obligado” y una “mejor” calidad de vida. “Es hora de pasar de la planificación de la ciudad a la planificación de la vida urbana. Esto significa transformar el espacio urbano, que sigue siendo muy monofuncional, con la ciudad central y sus diversas áreas especializadas…dentro de distancias cortas, a través de las seis funciones sociales urbanas esenciales: vivir, trabajar, abastecer, cuidar, aprender y disfrutar”, explica el urbanista Carlos Moreno, uno de los creadores del concepto y catedrático en la Universidad de la Sorbona de París, en un texto publicado en su página web.
A simple vista suena como un gran plan. Sin embargo, en medio de la noticia sobre los avances, muchos cuestionan si la propuesta de las “Ciudades de 15 minutos” es simplemente una fantasía climática o, más bien, una estrategia de control social que atenta contra la libertad, privacidad y soberanía de las naciones.
Los cuestionamientos
“Una nueva amenaza se cierne sobre la humanidad. Las élites globalistas quieren encerrarlo en su barrio. Proponen un sistema —parecido al de los Juegos del Hambre— en el que la población no se desplace para reducir las emisiones. ¡La alerta climática lo justifica todo! La idea es crear núcleos urbanos en los que todo esté a quince minutos a pie o en bicicleta y ya se está implantando en lugares tan dispares como Oxford, París o Milán. ¿A que no se lo había contado nadie? Ojo con este asunto, porque nos va a amargar la vida en los próximos años”.
La cita anterior es un pequeño fragmento de El Gato al Agua, un programa español que cuestionó el plan de ciudades el pasado 10 de febrero. El psicólogo canadiense Jordan B. Peterson, con más de tres millones de seguidores en su Twitter, también alzó la voz en contra de esta propuesta urbanística. «La idea de que los barrios sean caminables es bonita. Pero la idea de que los tiranos burócratas decidan por decreto dónde está permitido conducir, es la peor perversión de esa idea y parte de un plan bien documentado», dijo en sus redes sociales.
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El modelo de las ciudades de 15 minutos es un peldaño más en el escalón de cumplimiento del mundo “ideal” propuesto por la Agenda 2030 de Naciones Unidas, que bajo la Coalición Net Zero, pretende recortar las emisiones de gases de efecto invernadero hasta dejarlas “lo más cerca posible de emisiones nulas”.
En Madrid Central (España), por ejemplo, ya hay zonas de bajo tráfico que impiden la libre movilidad a determinados vehículos pero permiten entrar a los residentes. La llamada “Zona de Bajas Emisiones (ZBE)”, en términos generales consiste en la ordenación de tráfico, que se establece de manera permanente en el ámbito geográfico definido por todas las vías públicas del municipio de Madrid, por la que se prohíbe el acceso y la circulación de todos los vehículos que figuran con clasificación ambiental A en el Registro de Vehículos de la Dirección General de Tráfico.
Aprovechando que todos los servicios esenciales están cerca, se podría generar, como ya está sucediendo en España, restricciones “climáticas” para automóviles considerados como altamente contaminantes, hecho que le causaría a la ciudadanía limitaciones para movilizarse libremente por otras zonas.
“Nosotros no vamos a comprar esa basura…el tema medioambiental es una excusa, quieren impedir que podamos pasear por las calles, quitarnos el sentido de pertenencia a un lugar, de imponer obligaciones y limitaciones”, dijo el político de Vox, Jorge Buxadé, al expresar su rechazo ante las Ciudades de 15 minutos. Entre otras cosas, Buxadé denunció que este plan prohibirá por completo los carros de combustión a partir del año 2035.
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Como dato curioso, el banco BBVA realizó un estudio a finales de 2018 publicado en la revista Forbes, que detectó que el cierre a los automóviles de las zonas centrales de Madrid supuso un aumento de las compras de casi un 10%.
¿En donde más se está implementando?
Actualmente, hay más de siete ciudades en todo el mundo que han adoptado este modelo –o al menos uno parecido– o están en los preparativos para implementarlo. Algunas ciudades tienen distancias mínimas de 15 o 20 minutos, otras de diez, y Suecia le apuesta a “ciudades de un minuto”. Hay metrópolis que prefieren el desarrollo de distritos específicos, mientras que otros conceptos abarcan toda la ciudad en su conjunto. A continuación, algunas de ellas:
París (Francia): Ciudades de 15 minutos (Ville Du Quart D’Heure)
El término “Ciudad de 15 minutos” fue acuñado por Carlos Moreno, urbanista y asesor de la alcaldía de París, quien quiso convertirla en una “ciudad de proximidad”. El objetivo inicial era la descarbonización de la ciudad y favorecer los desplazamientos en bicicleta, pero pronto se extendió a garantizar un acceso a todo lo básico: lugares de trabajo, tiendas, escuelas, centros de salud y actividades culturales. De ahí se extendió y replicó la idea por el Foro Económico Mundial con incidencia en diferentes países.
Suecia: Street Moves (Ciudades de un minuto)
El país nórdico pretende que los ciudadanos puedan organizarse alrededor de sus calles. El proyecto Street Moves o “Ciudades de un minuto”, se basa en la premisa de que los vecinos pueden tomar decisiones sobre cómo se utiliza el espacio público en sus vecindarios. “Suecia propone en sus ciudades un nivel de calle única, prestando atención al espacio fuera de la puerta de casa y al de los vecinos adyacentes y opuestos”, explica Dan Hill, director de diseño estratégico de Vinnova, en una entrevista a la revista Traveler.
En esta propuesta la calle es la unidad básica de la ciudad, en donde todos los sistemas y cultura convergen en ella. “La ciudad de un minuto se enfoca en el paisaje urbano inmediato, explorando modelos para ‘codiseñar’, cuidar y mantener la calle unida, y así cambiar sistemas y culturas en torno a la movilidad, la biodiversidad, la cultura y la convivencia”, señala Hill.
Portland: Complete neighborhoods (Barrios completos)
La ciudad de Oregón (EE. UU.) tiene como meta que el 80% de sus habitantes puedan realizar todas sus actividades diarias sin tener que alejarse más de 20 minutos de su hogar a pie o en bicicleta. Esto excluye, por ahora, los desplazamientos para llegar al lugar de trabajo.
Bogotá (Colombia): Barrios Vitales
La capital colombiana ha iniciado sus primeros pasos quitando espacio a los carros para dárselo a los peatones, creando áreas en las que se fomente el encuentro entre los vecinos y facilitando el uso de medios de transporte sostenibles.
Barcelona (España): ‘Superilles’
La primera se implementó en el barrio de Poblenou. De acuerdo con el C40 Cities Climate Leadership Group, su creación tuvo un impacto “positivo” en la actividad comercial y llevó a un aumento del 31% en el número de establecimientos comerciales en la planta baja de los edificios.
Arabia Saudi: The Line
La Línea (The Line), es una Urbe futurista que no tendrá carreteras ni cualquier tipo de automóvil, y será construida hacia arriba. Tendrá 200 metros de ancho y 170 kilómetros de largo y se levantará sobre el desierto, uniendo la costa del Mar Rojo con las montañas y valles del noroeste del país. Este proyecto, considerado como una “revolución civilizatoria” estará a 500 metros sobre el nivel del mar y pretende albergar a nueve millones de habitantes en una superficie de 34 kilómetros cuadrados.
“Todos los servicios diarios esenciales, como escuelas, clínicas médicas, instalaciones de ocio, así como espacios verdes, estarán a cinco minutos a pie. También habrá un tren de alta velocidad con un tránsito de extremo a extremo de 20 minutos”, se lee en un artículo de Traveler.
Pontevedra, Buenos Aires, Busan (Corea del Sur) o Milán (Italia) son otras de las ciudades alrededor del globo que han implementado en los últimos años, proyectos en donde las urbanizaciones se vuelven más pequeñas, los movimientos de los ciudadanos se limitan y la vida tiene un reloj que contabiliza los minutos que tardan las personas de un lugar a otro.
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¿Retroceso o avance?
Como si se tratara de un viaje al pasado, estos nuevos modelos venden como progreso la idea de vivir en pequeños pueblos, barrios o ciudades “futuristas” sin necesidad de tener transporte propio para movilizarse. En la opinión pública también hace ruido el presunto monitoreo progresivo de tinte climático que tendrían dichas propuestas de ciudades, y los riesgos a la libertad de los cuales el mundo ya tuvo una prueba cuando se vivieron los confinamientos por la pandemia del COVID 19.
Los impulsores de estos planes aseguran que este tipo de planes urbanísticos requieren un “cambio cultural profundo, un acuerdo entre ciudadanos, gobierno, mercados y sectores”, para que realmente sea pensado desde una perspectiva de mejora en el medio ambiente, y no para controlar a la sociedad y restringir su libertad, como expresan quienes cuestionan las verdaderas intenciones detrás de la agenda global que promueve las “Ciudades de 15 minutos”.
Lo que siempre resulta interesante de analizar, es que todas estas propuestas urbanísticas se justifican bajo la denominada “crisis climática”. Sin embargo, vale la pena recordar que la ciencia ya ha explicado, argumentado y demostrado hasta el cansancio que el temido “cambio climático” es una obviedad que siempre ha existido y siempre existirá con o sin intervención humana.
Todas las predicciones del Lobby del cambio climático, con las Naciones Unidas a la cabeza, han brillado por la ausencia de su cumplimiento: Los satélites de la NASA muestran que la tierra es cada vez más verde; la superficie media del Ártico no ha desaparecido sino, por el contrario, hasta la fecha sigue en aumento; la población de osos polares no ha dejado de crecer y actualmente alcanza los 31 mil ejemplares; y contrario a lo que predicen desde el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC), la temperatura atmosférica mundial no muestra un aumento más que de 0,1 grados centígrados por década.
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