El alarmismo climático como arma de poder globalista
¿Qué tan acertadas han sido las predicciones de los gobiernos y organismos internacionales sobre el calentamiento global?
Ilustración: Juan Ruiz @Jucaruiz
El calentamiento del planeta es un tema que ha tomado relevancia en las últimas décadas, pero que su descubrimiento científico comenzó a principios del siglo XIX. Muchos actores ambientales y entidades han puesto sobre la mesa los cambios drásticos que, según ellos, ha sufrido el mundo como consecuencia del llamado efecto invernadero.
Dicho fenómeno, aseguran, ha alcanzado a países, comunidades e individuos alrededor del globo, y ha acelerado procesos de degradación del suelo y desertificación de las zonas más áridas del mundo. Pero también ha sido utilizado como una estrategia efectiva para tratar de equilibrar actividades productivas y económicas en diferentes países, a quienes se les exige racionalizar sus recursos naturales, debido a una “crisis climática mundial” sin precedentes.
¿Qué tan acertadas han sido las predicciones de los organismos internacionales sobre el calentamiento global? ¿Qué hay detrás del discurso climático? ¿Deberíamos entrar en pánico? En este artículo intentaremos resolver estas preguntas. Empecemos con la más básica de todas:
¿Qué es el cambio climático?
“El cambio climático se refiere a los cambios a largo plazo de las temperaturas y los patrones climáticos. Estos cambios pueden ser naturales, por ejemplo, a través de las variaciones del ciclo solar. Pero desde el siglo XIX, las actividades humanas han sido el principal motor del cambio climático, debido principalmente a la quema de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas”, de acuerdo con las Naciones Unidas.
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Esta organización explica que el sistema climático abarca la atmósfera, los océanos, el hielo, la tierra, todos los seres vivos que habitan en la Tierra y todas las formas en las que ellos interactúan entre sí. Por tanto, a medida que estos elementos se juntan, son capaces de influir en dicha estructura.
“Los cambios en el clima también pueden producirse por eventos que no son parte del sistema climático natural, como las erupciones volcánicas o el aumento de las emisiones de CO₂ proveniente de actividades humanas. Se los denomina «forzamientos”, aseguran desde el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC).
Contrario a lo que afirman desde la ONU, varios académicos han cuestionado el papel del hombre en el denominado calentamiento global, acusado de ser el principal causante del cambio climático. El secretario general de la Organización Meteorológica Mundial (WMO), Peteri Taalas, en 2019 dijo que «la última vez que la Tierra experimentó concentraciones de CO2 comparables a las actuales fue hace millones de años, cuando el nivel del mar alcanzó niveles que pondrían hoy en peligro a todas las ciudades costeras del planeta”.
Científicos de la NASA explican que el hecho de que el clima cambie no es algo nuevo. El planeta y el ser humano han atravesado por épocas de calentamiento mayores: Glaciaciones, Guerra de Troya, el Siglo Primero A.C. y la Edad Media. Además, el cambio climático es un ciclo dinámico, cambiante, incluso irrepetible, consecuencia de la energía que recibe la Tierra del Sol y de los intercambios de energía entre partes diferentes de lo que se llama Sistema Climático.
“Hay oscilaciones muy extremas. En la Patagonia, el glaciar Jorge Montt ha retrocedido kilómetros en los últimos años, y donde antes había hielo ahora aparecen troncos de árboles que son evidencia de un periodo incluso más cálido que el actual”, dijo Javier Gonzalez Corripio, científico colaborador de la NASA, especializado en Glaciología, Meteorología y Cambio Climático.
Patrick Moore, expresidente de Greenpeace y quien llamó al calentamiento global «la mayor estafa de la historia”, también lo recuerda: “Hace tan solo dos mil años hemos visto el periodo del calentamiento Romano, cuando el planeta estaba más caliente que hoy. Luego vinieron los Años Oscuros más fríos, seguido por el Medieval Caliente, cuando estuvo al menos igual de caliente que hoy. Luego tuvimos la pequeña Edad del Hielo, que condujo a los vikingos fuera de Groenlandia”.
¿Culpa de quién?
En todos y cada uno de estos periodos históricos la humanidad sobrevivió al calentamiento sin automóviles, fábricas o industrias que pudieran haberlo provocado. Horacio Giusto, investigador argentino y autor de “El libro negro del ecologismo”, plantea que la discusión no debería ser entorno a si existe o no el cambio climático, sino si este fenómeno es “antropogénico”, es decir, causado por el hombre.
“El clima cambia. Si yo digo hoy que la temperatura subió en términos globales en los últimos 50 años un promedio de un grado, y decimos que es culpa del hombre o del capitalismo, ¿entonces culpa de qué o de quiénes fueron estos cambios climáticos nombrados por Moore? ¿Había capitalismo en el periodo Romano, o en la Edad Media? porque si no lo había, e incluso estaba más caliente que hoy, estamos confundiendo un simple efecto de la naturaleza, inculpando una causal falsa”, dijo Giusto en su ponencia “La farsa del ecologismo”.
«El planeta y el ser humano han atravesado por épocas de calentamiento mayores: Glaciaciones, Guerra de Troya, el Siglo Primero A.C. y la Edad Media«
Estos periodos cíclicos de calentamiento se atribuyen, por ejemplo, a causas naturales relacionadas con la actividad solar, la actividad volcánica, los rayos cósmicos, y la evolución de la órbita terrestre, entre otros. Juan Jose Ramírez Mittelbrunn, profesor de física teórica en la Universidad Complutense de Madrid, asegura que la importancia que se le da a la cantidad de C02 emitido por la actividad humana y su posible efecto invernadero, no tiene en cuenta los otros factores.
“Una mayor concentración de CO2 conduce a un planeta más verde. Es cierto que el CO2 —solo una parte del cuál es de origen antropogénico— contribuye al aumento de la temperatura, ¿pero qué es peor, el aumento o la disminución de la temperatura? Una mayor temperatura tiene efectos positivos: acelera el ciclo hidrológico, es decir, pone más agua dulce a disposición de los seres humanos. El frío favorece la sequía. Pretender que el clima no va a cambiar y que el mar va a estar siempre a la misma altura es simplemente ridículo, intervengamos o no intervengamos los humanos”, señaló en una entrevista con El Confidencial en 2019.
Crea pánico y reinarás
En el año 2001, una crónica del diario El Mundo (España) describía en detalle cómo sería el planeta para el año 2020, basado en el entonces más reciente informe publicado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC).
De acuerdo con el artículo, para el año 2020 las playas españolas de las costas del mediterráneo y del océano atlántico habrían desaparecido, en el norte de la Península Ibérica abundarían las palmeras, y en el sur se extenderían enormes desiertos. Las olas de calor habrían subido los termómetros encima de los 40 grados, y debido al incremento de las temperaturas (entre 1,4 y 5,8 grados centígrados) las zonas frías se habrían convertido en calientes y viceversa.
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Tomando como fuente el informe de la IPCC, según el periodista de El Mundo, para el 2020 las personas no utilizarían abrigos para invierno, los glaciares alpinos habrían pasado a la historia y, si acaso quedaban algunos, estos continuarían en retroceso, añadiendo todavía más agua a los océanos. Dichos cambios drásticos, por supuesto, habrían sido causados por el calentamiento global.
El artículo generó controversia no sólo porque, como buenos secuaces, los medios de comunicación hegemónicos funcionan como piezas claves para sumir al mundo en un estado de alarma y pánico constante gracias al temido calentamiento global, sino también porque incluso los famosos “fact checkers” de George Soros, salieron a “desmentir” la exageración del periodista.
La discusión no debería ser entorno a si existe o no el cambio climático, sino si este fenómeno es “antropogénico”, es decir, causado por el hombre.
Horacio Giusto, autor de «El libro negro del ecologismo».
Lo interesante es que, a pesar de que la crónica tuvo un exitoso exceso de imaginación, y que el informe del IPCC en efecto lo que pronosticó fue una subida del nivel del mar debido al derretimiento del mar Ártico y de la Antártida, cualquiera de las predicciones de esta entidad y sus organizaciones de expertos aliados son más que discutibles. Han pasado más de dos décadas desde aquel informe y –con imaginación exorbitante o no– los pronósticos frente al calentamiento global siguen causando más recelo que confianza. A continuación, algunos ejemplos:
Predicciones Vs hechos
- “El área forestal mundial continuaría disminuyendo; el mundo ha perdido 178 millones de hectáreas de bosque desde 1990”.
Hecho: Los satélites de la NASA muestran que la tierra es cada vez más verde. El mundo es literalmente un lugar más verde de lo que era hace 20 años. “El enverdecimiento del planeta en las últimas dos décadas representa un aumento en el área foliar de plantas y árboles equivalente al área cubierta por todas las selvas amazónicas. Ahora hay más de dos millones de millas cuadradas de área de hojas verdes adicionales por año, en comparación con principios de la década de 2000, un aumento del 5%”.
- “Las olas de calor como la que actualmente vive Europa y otras tendencias negativas en el clima serán cada vez más frecuentes y continuarán al menos hasta 2060″.
Hecho: El mes de diciembre de 2022 terminó con un frío sin precedentes en Europa y Estados Unidos. “Gran parte de Europa se encontró sumida en una inmensa ola de frío. Países como Reino Unido tuvieron alertas amarillas por nieve, niebla y heladas. Un vórtice polar débil y dividido en la estratosfera, causó un gran aumento de la presión en Groenlandia”.
Hecho: La superficie media del Ártico no ha desaparecido y, por el contrario, hasta la fecha sigue en aumento. De haberse reducido, como llevan diciendo desde hace décadas, dado que el Ártico solo supone el 0,07% del hielo del planeta, no habría inundado jamás las costas de ningún país. De hecho, la superficie del hielo del Ártico ha superado los seis millones de Km cuadrados, alcanzando su mayor cifra desde el año 2007.
Hecho: La población de osos polares no ha dejado de crecer y alcanza ahora los 31 mil ejemplares. “Las declaraciones juradas federales afirman que los residentes en Nunavik, al norte de Canadá, han visto un aumento en la población de osos polares, y un aumento particularmente notable desde la década de 1980. Doce de las subpoblaciones de osos polares del mundo se encuentran principalmente en la región”.
Hecho: La temperatura atmosférica mundial solo se ha podido medir con cierta precisión desde que se desplegaron los primeros satélites en 1979. La temperatura del mar solo puede medirse desde el año 2007. Dichas medidas, contrario a lo que predicen desde el IPCC, no muestran un aumento más que de 0,1 grados centígrados por década. Incluso esa variación puede no ser exacta. Bjorn Stevens, director del Instituto Max Planck de Meteorología, en Alemania, asegura que los actuales modelos climáticos siguen siendo “muy imprecisos” al momento de predecir efectos concretos sobre regiones específicas del planeta.
Podríamos mencionar también el crecimiento de la superficie de hielo de Groenlandia, una reserva 125 veces más importante que el Ártico; el aumento del hielo de la Antártida reportado recientemente por la NASA, o la superficie de Coral de la gran barrera australiana que, contrario a las predicciones que apuntaban su reducción a causa del calentamiento global, el año pasado batió su récord de los últimos 36 años.
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Lo que dijeron en el 2001 sigue siendo exactamente lo mismo que predicen al día de hoy: muerte regresiva masiva bosques, olas de calor más intensas, sequías, huracanes más fuertes, glaciares, capas de hielo que se derriten, un inevitable aumento del nivel del mar, y toda la destrucción de ecosistemas que esto aparentemente conlleva.
“En las últimas tres décadas se ha predicho al menos cinco veces y con fechas concretas por parte del ‘lobby del cambio climático’ que el océano Glacial Ártico sería navegable. Han vencido todas las fechas previstas para ello y el hielo sigue ahí. En realidad todas las predicciones han fallado hasta la fecha. Cualquier otra teoría pretendidamente científica con semejante grado de desaciertos habría sido desechada y sus proponentes habrían perdido todo el crédito”, respondió a DebaTime Juan José Ramírez Mittelbrunn, profesor de física teórica en la Universidad Complutense de Madrid.
El verdadero verde… detrás del relato “verde”
Las profecías no cumplidas del IPCC y sus partidarios se repiten sin que nadie rinda cuentas de sus imprecisiones factuales, y mucho menos de los miles de millones de dólares invertidos en la supuesta lucha contra el calentamiento global.
El Green New Deal (GND) impulsó hace poco una resolución del Congreso americano para combatir el cambio climático, la cual fue presentada por varios representantes. Este reporte fue acusado de tener “muchos vacíos”, al punto de ser investigado por el American Enterprise Institute, que estimó que el costo de los aspectos del GND que están exclusivamente relacionados con la reducción de las emisiones de CO2, costarán $490 mil millones anuales.
Pero esta cifra nunca sería tan exacta como lo plantean, pues según ellos necesitará una “coalición de apoyo” de varios grupos con sus propias agendas (todo lo cual cuesta más dinero). Cumplir con estas probables demandas, elevaría el costo estimado a $9 billones anuales, casi la mitad de la producción económica anual de EE.UU. ($20–22 billones).
El ‘lobby climático’ globalista igualmente ha sabido financiar a peones mediáticos dentro de su estrategia, como la famosa Greta Thunberg, la joven sueca de 19 años. “Thunberg se ha convertido en un icono mundial contra el cambio climático. Pero su apabullante éxito ha sido impulsado y promovido por grandes lobbies y empresas energéticas verdes que la utilizarían como punta de lanza para facilitar la transición al corporativismo verde», denuncian desde El Español.
Pero, ¿por qué alguien invertiría tantos recursos en un personaje como Greta, o en cualquiera de las ramas del supuesto combate contra el cambio climático? Horacio Giusto, autor de “El libro negro del ecologismo”, explica que este movimiento es una articulación global con cinco grandes actores: meta capitales (MasterCard, Bill Gates con su negocio de carne sintética, AT&T, Disney, etc.), Oenegés (ONU, IPCC…), gobiernos, burocracias y PCCh (mercado global, metales raros, control del mercado verde).
“Se trata de un sistema específico de control detrás del cual hay mucho dinero. Todos ellos ya no venden bienes o servicios sino ideas identitarias. Por ejemplo, yo no tomo Coca-Cola solo porque me gusta sino porque me la venden como ‘el amor es amor’ e indirectamente acepto la diversidad sexual. Si compro juguetes de Hasbro estoy aceptando la teoría crítica de la raza, y si gasto dinero con MasterCard soy un justiciero climático. La gente cree que eso es tener conciencia social. Ellos se alimentan de sujetos líquidos que son lo que consumen”, explica Giusto.
«Cualquier otra teoría pretendidamente científica con semejante grado de desaciertos habría sido desechada y sus proponentes habrían perdido todo el crédito”
Juan José Ramírez Mittelbrunn, profesor de física teórica en la Universidad Complutense de Madrid.
El pulpo tiene varios tentáculos pero siempre las mismas fuentes de financiación que promueven otros movimientos como la ideología de género, el aborto y el feminismo: Bill y Melinda Gates Foundation, Open Society, Rockefeller foundation y Rockefeller Brothers, entre muchos otros más.
Despertar del sueño
Osos polares sentados en un pequeño cubo de hielo, océanos en ascenso, incendios interminables en las selvas, campos masivos de refugiados “climáticos”. “No hay planeta B”, “si no es ahora, luego nos arrepentiremos”, son algunas de las frases e imágenes que constantemente bombardean las redes sociales y los medios masivos de comunicación.
Todo esto, a pesar del enorme margen de error característico de dichas predicciones meteorológicas, las cuales generalmente se refieren a fenómenos que cubren unos pocos días, y no a décadas o siglos.
“Es válido en todo caso mostrar que al ecologista poco y nada le interesa en verdad el cuidado ambiental. Sus discursos benevolentes y proteccionistas del planeta no resisten el más mínimo análisis, ya que basta mirar las estadísticas aportadas por “The Heritage Foundation”para comprender que las Naciones con mayor libertad económica, es decir, mayor capitalismo, promueven ampliamente el consumo de energías renovables y en forma constante disminuyen sus niveles de polución” agrega Giusto en su artículo “El ecologista, un subversivo cultural”.
Cierto es lo que dijo el periodista Antonio Villareal, en su serie de entrevistas a tres científicos que cuestionan la influencia de la humanidad en los cambios climáticos del planeta tierra: “El cambio climático se ha convertido en una guerra cultural más, un campo de batalla argumental donde un bando es tildado de negacionista y el otro de apocalíptico”.
Para la ciencia, el cambio climático es una obviedad que siempre ha existido y siempre existirá con o sin intervención humana. Sin embargo, el ‘lobby climático’ con las Naciones Unidas a la cabeza, ha sabido manipular esta realidad encontrando en el metarrelato alarmista y en la creación de pánico, dos instrumentos poderosos –y ultra efectivos– para hacer del ecologismo un títere político generador de suntuosos recursos, que nutren el desarrollo de la agenda globalista impuesta en Occidente. Ya es hora de que vayamos despertando.