Colombia a manos del progresismo: un desastre llamado Petro
Politiquería, nepotismo, doble rasero y escándalos de corrupción constantemente rodean al Presidente de Colombia, a su familia y a sus funcionarios. Gustavo Petro es lo que tanto criticó cuando era oposición.
Ilustración: Juan Ruiz @Jucaruiz
Cuando el Presidente Gustavo Petro llegó al poder, con casi el 70% de la gobernabilidad en el Congreso de la República de Colombia, temí que un modelo de izquierda radical gobernara a su antojo. Debo admitir que, siendo una persona con una ideología diferente a la del Presidente, me intrigaba lo que sucedería con un gobierno progresista en Colombia, liderado por alguien que consideraba inteligente. Hoy, un año y medio después de aquel siete de agosto lleno de simbolismos en el que Petro asumió el cargo, debo llamar las cosas por su nombre: Colombia es un caos absoluto.
El desastre ha alcanzado proporciones tan absurdas que ni siquiera sé por dónde empezar. Han sido tantos los problemas que son imposibles de abordar en este espacio, y sus resultados positivos y en pro del país han sido tan insignificantes que no podría encontrar ninguno que equilibre esta columna. No obstante, hay algo que sí es sumamente claro: Los colombianos hemos presenciado cómo una cuenta de Twitter (ahora X) se ha convertido en una especie de «torre de Babel» que llama a la unidad del progresismo mundial, con el único propósito de defender a ciegas al Presidente Petro y a su gobierno. Este mensaje refleja un quiebre institucional que, entre otras cosas, busca presionar a la Corte Suprema de Justicia para que elija al nuevo Fiscal General de la Nación y, en mi opinión, para que el señor Presidente esté más tranquilo con lo que actualmente se investiga desde allí (el enriquecimiento ilícito de su hijo Nicolás Petro y la presunta financiación ilegal de su campaña por parte de narcotraficantes).
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Ahora, no es este el espacio ni mucho menos la persona, para defender al actual Fiscal General de la Nación. En mi opinión, esta figura en Colombia, durante los últimos años, ha sido un actor al servicio de ciertos intereses políticos que ve en dicho cargo un medio y no un fin, y que otorga más importancia a algunos casos que a otros. Aún así, es necesario poner sobre la mesa de debate al Gobierno del caos.
Le digo con todo el respeto que merece la dignidad de su puesto, Presidente, que en cuanto al tema de la Corte Suprema de Justicia y su actual proceso de elección de Fiscal General de la Nación, es claro que NO ha habido un quiebre institucional en ningún momento y que la Corte debe ser respetada. Usted no ha sido el único al cual le han devuelto la terna para fiscal. El 17 de septiembre de 2009, en medio de momentos turbulentos por los que atravesaba el país, la Corte Suprema de Justicia devolvió la terna para elegir fiscal que presentó el entonces Presidente Álvaro Uribe. Presidente, no creo que usted se haya referido a ese hecho como un «quiebre institucional»; posiblemente lo celebró en aquel entonces.
Otra cosa que tiene molesto a Gustavo Petro es la suspensión de Álvaro Leyva, su Canciller. Este «conservador» de profesión está siendo investigado junto con otros tres de sus funcionarios por un millonario contrato para la realización de los pasaportes y las visas en Colombia. Según el ente investigador, se les investiga por «posibles irregularidades que se presentaron durante el proceso de licitación de pasaportes», entre ellas los presuntos delitos de contrato sin cumplimiento de requisitos legales, interés indebido en la celebración de contratos, cohecho propio y concierto para delinquir.
Pero, señor Presidente, ¿Quiere saber qué tiene verdaderamente molesto a los colombianos, tanto a los que votaron por usted como a los que no? La respuesta es fácil: su politiquería, nepotismo, doble rasero y cinismo frente a los escándalos de corrupción que constantemente lo rodean a usted, a su familia y a sus funcionarios. En pocas palabras, lo que tanto criticó cuando era oposición.
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Vemos que en su gobierno progresista más que acciones hay discursos, y en definitiva más que soluciones hay excusas. Un claro ejemplo es el hecho de que para la aprobación de la fatídica reforma a la salud –que acabará con un sistema de salud con cubrimiento casi universal y con altas posibilidades de mejoras, para llevarlo a un caos controlado por políticos– usted tuvo que aliarse con los partidos políticos de siempre, posiblemente con las prácticas corruptas de siempre, para lograr la aprobación en Cámara de Representantes.
Pero no es solo eso, Presidente. Usted aseguró que íbamos a reemplazar el petróleo por el turismo, aunque la realidad es que el sector hotelero del país actualmente pasa por una de las crisis de ocupación e ingresos más importante de los últimos años. El gobierno Petro también acaba de hacer perder a Colombia la sede de los Juegos Panamericanos gracias a su incompetencia, el ministro de Salud propone reformas económicas contrarias a las del ministro de Hacienda y, además, el Presidente está enfrentando graves denuncias por la presunta financiación que viola los topes de campaña en Colombia.
La lista continúa: La Presidencia llevó a cabo un polígrafo ilegal sin garantías para la niñera de Laura Sarabia, la antigua secretaria de Gustavo Petro y hoy directora del Departamento Administrativo de la Presidencia (DAPRE), a quien Armando Benedetti, su nuevo embajador en la FAO, amenaza diciendo que si no le ayudan promete revelar de dónde salieron los fondos para su campaña presidencial. Y qué decir de la creación del Ministerio de la Igualdad, en cabeza de la vicepresidenta Francia Márquez, la misma que confiesa «no ver cambios en su gobierno», que destina más dinero para pagarle a jóvenes por no matar y para crear burocracia que para ayudar a la «Colombia profunda y periférica» de los «nadies» de los que tanto hablaban en campaña.
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En conclusión, Presidente Petro, dedíquese a gobernar. Usted fue elegido prometiendo un tren elevado que conectaría el Caribe con el Pacífico, diciendo que en «tres meses se acabaría la guerra en Colombia», asegurando que protegería la vida de los líderes sociales y, ya en el poder, ahora promete que logrará «esparcir el virus de la vida por las estrellas del universo». Eso no es lo que está haciendo con su indebida injerencia en las decisiones judiciales del país, porque la Constitución, que usted no ayudó a redactar, establece un sistema de frenos y contrapesos para cuando alguien quiere asumir atribuciones que no le corresponden.
Posdata:
Hago un llamado en forma de grito a todos aquellos que hablan de la posibilidad de sacar a Petro del poder. Aunque haya graves denuncias de ilegalidades en la campaña política de Petro, les recuerdo que el desastre que lo tiene hoy en la Presidencia de Colombia fue la victimización que permitió su destitución por parte de la Procuraduría. El único que está acabando con el Presidente Petro es el tuitero Gustavo. Permitamos que así siga siendo mientras protegemos al país denunciando sus desastres y abriendo camino para que un liderazgo patriota y valiente pueda surgir del caos.