Los menores de edad, carnada fácil en la red de la ideología de género
Grupos que se denominan a sí mismos como ‘pedófilos anti-contacto’, pretenden legitimar su trastorno con el renombrado “consentimiento” y cobijarse bajo las causas LGBT.
Ilustración: Juan Ruiz @Jucaruiz
Algunos movimientos de activistas abiertamente reconocidos como pedófilos, como la Asociación Norteamericana de Amor Hombre/Niño (NAMBLA), Enclave Kring, en Países Bajos; Pedophile Information Exchange (PIE), en Reino Unido y Virtuous Pedophiles (Pedófilos Virtuosos), han estado por décadas intentando que no se consideren como “abusivas” las relaciones afectivo-sexuales entre adultos y niños.
Muchos de los que hacen parte de estos grupos se definen a sí mismos como Personas Atraídas a Menores (MAP), quienes, además de intentar romantizar, victimizar y normalizar su atracción, buscan cambiar las leyes de edad de consentimiento. Esta estrategia apunta a poder eliminar o disminuir el uso de la edad como regla para identificar el abuso sexual infantil, de forma progresiva en las legislaciones de los diferentes países en donde militan.
Por definición, el consentimiento significa estar activamente de acuerdo con realizar actividades de índole sexual con una persona. Es sinónimo de deseo legítimo y llevar a cabo dichas actividades sin esta autorización, supone una violación o agresión sexual. Es por ello que entre más temprana sea la edad de consentimiento de un menor, más dificil será el poder tipificar las relaciones sexuales entre adulto-niño como actos delictivos.
“Sabemos que las diferencias de edad no impiden la interacción mutua y amorosa entre las personas. NAMBLA se opone enérgicamente a las leyes sobre la edad de consentimiento y todas las demás restricciones que niegan a los hombres y niños el pleno disfrute de sus cuerpos y el control sobre sus propias vidas”, se lee en la página web de esta asociación pedófila.
Entre más temprana sea la edad de consentimiento de un menor, más dificil será el poder tipificar las relaciones sexuales entre adulto-niño como actos delictivos.
La media de edad legal de consentimiento en la mayoría de países del mundo es de 16 años, etapa en la que se considera que una persona tiene la madurez y capacidad para tomar decisiones informadas. Una relación sexual implica la toma de una serie de determinaciones que, inclusive, pueden traer consecuencias que llegan a cambiar por completo la vida de una persona adulta.
¿Los menores de edad pueden consentir?
Ante lo anterior, la misma ciencia ya ha señalado que los menores no tienen la capacidad cerebral para tomar ese tipo de decisiones, por lo que no pueden dar de manera libre, consciente e informada lo que se denomina como ‘consentimiento’.
“La capacidad de consentir no solo recae en la habilidad cognitiva, sino también en el desarrollo cerebral que controla el área del uso del juicio y las reacciones emotivas e impulsivas. Cuando hablamos de consentimiento en los menores, debemos contemplar que esto implica que el uso de su cerebro debe estar a la par con quien consiente a la actividad sexual para que no exista desventaja”, explica la licenciada estadounidense Michelle Ramos Morales, en su investigación Neurociencia y la capacidad de consentimiento sexual del menor víctima.
No obstante, bajo el discurso del amor y la libertad que el progresismo abraza con tanta fuerza (tienes derecho a amar a quien quieras), ya no solo se apunta a reclamar igualdad por cuestiones de género (tienes derecho a amar sin importar el sexo biológico) sino también de edad (tienes derecho a amar sin importar la diferencia de edad).
Por ello, no resultan sorprendentes, pero sí preocupantes, las recientes declaraciones de la ministra de la Igualdad en España, Irene Montero, en un discurso en el Congreso de los Diputados, el pasado mes de septiembre. En dicha comparecencia pública, esta funcionaria, reconocida por su activismo feminista, aseguró que…
¿Qué diferencia hay entre lo que señala esta ministra con lo que escribe la asociación pedófila NAMBLA en su página web?
Ahora, la ministra Irene Montero no es la única que ha promovido, desde el Estado, discursos y/o medidas a favor de la vulneración de derechos de menores de edad. En 2018 en Francia, por citar otro ejemplo, fue promulgada por la entonces secretaria de Estado de la Igualdad, Marlène Schiappa, una ley sobre violación a menores de edad en donde, por votación del Parlamento Francés, no se fijó la edad de consentimiento sexual.
Esta polémica ley, sin embargo, fue ajustada tan solo hasta el año pasado, tras un escándalo de incesto que involucraba a un cercano del Presidente Emmanuel Macron. «La edad de consentimiento fue fijada finalmente a los 15 años, luego que la ley del 3 de agosto del 2018 o ley Schiappa no estableciera claramente la edad de consentimiento», se lee en un articulo de El Clarín.
La ciencia detrás del consentimiento
Quienes defienden, promueven y justifican las relaciones entre adultos y menores de edad (infantes, niños y adolescentes), ignoran la biología que implica que una persona pueda llegar a consentir una relación sexual.
Neurológicamente es imposible que un menor tenga la capacidad de hacer tal cosa, porque el lóbulo frontal derecho de su cerebro, encargado de tareas relacionadas a comportamientos sociales, al juicio y la inhibición, no está completamente desarrollado o incluso podría no estar ni siquiera activado en el caso de los infantes.
Ya no solo se apunta a reclamar igualdad por cuestiones de género (tienes derecho a amar sin importar el sexo biológico) sino también de edad (tienes derecho a amar sin importar la diferencia de edad)
Igualar la capacidad para consentir de un niño a la de un adulto parece ser todo menos reivindicar un supuesto derecho como lo quiere hacer ver la ministra Irene Montero y los grupos MAP. Además, según Ramos Morales, el problema que se entiende es que aunque un menor pueda acceder y consentir verbalmente un acto, su cerebro no está completamente desarrollado para tal acto.
“Los menores también son más propensos a confundir el sexo con intimidad, a tomar decisiones por presión de grupo, o simplemente para buscar aceptación. Ello nos hace pensar que, ante un caso donde un adulto que les propone una conducta sexual, habrá mayores riesgos de parte del menor”, concluye esta investigación publicada por la Universidad de Puerto Rico.
Todo esto avanza en el contexto de la revolución sexual, que no es nueva, y mucho menos ajena a lo que la feminista Shulamit Firestone dejo ver en su famoso libro: La Dialéctica del Sexo en 1970. En este escrito, Firestone especifica que uno de los cuatro elementos de la revolucion feminista es “lograr la libertad de las mujeres y niños para que hagan lo que quieran hacer sexualmente”, que es justamente a lo que apunta Irene Montero, ministra de la Igualdad de España.
Buscando sombra en la comunidad LGBT
Es curioso que sea la misma biología, que se pasa por alto en el argumento del consentimiento, la que se quiere utilizar para tratar de encasillar la atracción a menores como una orientación sexual más. Otra pata de la silla que intenta sostener la legitimación de la pedofilia, es que al igual que una persona no elegiría si se siente atraida por hombres o por mujeres, los individuos MAP no elegirían sentirse atraidos hacia menores. Simplemente “es lo que son”.
De hecho, la autora del libro Una larga y oscura sombra: Personas Atraídas a Menores y su búsqueda por dignidad, Allyn Walker, fue suspendida de su trabajo en la Universidad de Virginia (Estados Unidos) en noviembre de 2021, por asegurar que “no hay moralidad o inmoralidad unidas a la atracción por nadie, porque nadie puede controlar por quien se siente atraído en absoluto”.
Walker, miembro de la comunidad LGBT y quien se identifica como una persona de género neutro/no binario, apeló a la famosa identidad de género en un espacio académico para quitarle el “estigma” a quienes tienen pensamientos y sentimientos de atracción hacia menores, pero que aparentemente se abstienen de actuar sobre ellos.
La orientación sexual se defiende para poder argumentar el poder tener sexo con menores. Esto es lo que el conferencista y escritor argentino Pablo Muñoz Iturrieta llama como “deconstrucción de la identidad del ser humano”, explicado en su más reciente libro sobre el engaño de la ideología de género titulado Atrapado en el cuerpo equivocado.
“La Educación Sexual Infantil (ESI) incapacita al niño y no lo educa respecto a la habilidad y prudencia para comprender las implicaciones morales de la conducta sexual. La ESI hace insensible al niño, especialmente por el bombardeo de ideas sexuales, imágenes, las supuestas orientaciones sexuales y géneros, y el trato con personas que padecen algún trastorno psicológico, como ocurre regularmente en Canadá y Estados Unidos con los Drag Queens leyendo libros en el jardín de infantes. Les enseñan a los niños que no existen normas sexuales absolutas y, obviamente, mientras no existan normas sexuales absolutas, vale todo mientras el niño consienta. Todas las formas de comportamiento sexual basadas en el consentimiento mutuo se consideran normales y aceptables”, dice este experto.
Ahora, para lograr su cometido y darle peso a la legitimación de la pedofilia dentro de esta revolución feminista y sexual, los defensores de los MAP deben tomar partido en el espectro cultural, como ya lo han venido haciendo.
En los colegios y bibliotecas públicas norteamericanas ya hay, por ejemplo, registros de libros en donde se les enseña a los niños sobre cómo “explorar” su sexualidad, alentándolos a tener sexo casual con adultos en aplicaciones de citas como Grindr; a hacer o recibir sexo oral, anal e incluso a que los padres inicien a sus hijos en su vida sexual teniendo relaciones en frente de los menores.
Les enseñan a los niños que no existen normas sexuales absolutas y, obviamente, mientras no existan normas sexuales absolutas, vale todo mientras el niño consienta
Pablo Muñoz Iturrieta
Cabe aclarar que el hecho de que los individuos MAP quieran infiltrarse dentro del paraguas de las causas LGBT, no significa que todos los miembros de esta comunidad tengan inclinaciones pedófilas. Buena parte de colectivos LGBT ha rechazado públicamente a estos activistas en defensa y legitimación de la atracción sexual hacia menores. Sin embargo, es clara la conexión que algunos individuos están intentando forjar entre ambos colectivos.
Tampoco se puede ignorar la intensa sexualización a la que la niñez mundial esta siendo expuesta, ni el hecho de que si una persona siente una atracción hacia menores sobre la cual «no estaría actuando», no necesitaría, entonces, ningún tipo de “aprobación” o la necesidad de levantar un movimiento de “justicia social” sobre la base de su peligrosa inclinación.
Antes, debe ser el mismo reconocimiento de la gran amenaza que trae su ‘patología’, la que lleve a quienes la desarrollan a buscar ayuda pero NO a justificar ni a normalizar su trastorno.
Ni porque se les cambie el nombre: “Pedófilos virtuosos”, “Pedófilos anti-contacto”, “Personas Atraídas a Menores”. Ni porque se diga que son personas que “han sido inhibidas de reconocimiento social” y que su preferencia sexual “no supone necesariamente un abuso hacia los menores”. Ni porque surjan mil y una más estrategias para recibir aceptación social. Los niños no son carnada y a todos y cada uno de ellos se les respeta y protege.
Esta es una investigación de dos partes publicada por Desencaje sobre la desprotección de los menores de edad ante los movimientos pedofilos que quieren minimizar y justificar su trastorno. Si desea leer la primera parte, haga click aquí.