Pedófilos maquillados de igualdad y disfrazados de víctimas
La niñez está bajo ataque. ‘Personas Atraídas a Menores’ (MAP) es un movimiento que está cogiendo fuerza y busca la aceptación social.
Ilustración: Juan Ruiz @Jucaruiz
Basta con hacer una rápida búsqueda en Google y allí se puede ver. “Personas Atraídas a Menores: una población abandonada”, se lee en uno de los primeros artículos ranqueados por este buscador, el cual fue publicado en julio de 2021 por dos psiquiatras estadounidenses que aseguran que hay un grupo de personas con “intereses pedófilos” que son “no infractores”. Es decir, que no tienen récord penal de abuso sexual a menores, los cuales son “poco reconocidos y desatendidos”, por lo que hay que “comprender y abordar sus necesidades para “disminuir el estigma” y la “promocion de su bienestar”.
Esta publicación asegura que las denominadas ‘Personas Atraídas a Menores’ (MAP, por sus siglas en inglés), merecen tratamiento “sin prejuicios”, pues su atracción “no es sinónimo de que sean abusadores sexuales infantiles”. Los autores Renée Sorrentino y Janette Abramowitz, graduados de Harvard y de la Universidad de Hawaii, respectivamente, exponen que alguien que se identifica como MAP tendría una supuesta inocente atracción que no llegaría a desarrollar actos abusivos, a diferencia de un pedófilo.
Sin embargo, según la misma tabla de significados que presentan estos médicos, se puede deducir con facilidad que lo que define a un pedófilo no son sus infracciones o su potencial para ser un abusador, sino su preferencia sexual, la cual resulta ser la misma que la de una persona atraída a menores.
“La pedofilia es una atracción sexual por niños o individuos preadolescentes; las ‘Personas Atraídas a Menores’ experimentan una atracción sexual hacia personas menores de la edad legal de consentimiento”, se lee en esta publicación.
Ahora, la Organización Mundial de Salud (OMS) define a la pedofilia como un trastorno sexual que se manifiesta «por pensamientos persistentes sexuales, fantasías, impulsos, o comportamientos que afectan a niños y prepúberes».
En su concepto más literal, un pedófilo y una persona atraída a menores resultan ser lo mismo. Ambos sienten seducción y deseo sexual por menores de edad, en sus diferentes etapas de desarrollo.
El objetivo de la publicación de Sorrentino y Abramowitz es, supuestamente, evitar abusos sexuales a niños, y la hipótesis que utiliza para soportar su tesis es que la mejor forma de hacerlo es atender, comprender y dejar el “estigma” hacia las personas que están sexualmente atraídas hacia las verdaderas víctimas del abuso sexual infantil: los niños.
Justificar lo injustificable
Para sorpresa de muchos, este artículo es solo un pequeño vistazo, comparado con el amplio espectro cultural que los MAP ya han venido ganando sigilosamente para intentar normalizar la pedofilia. Siguiendo con la búsqueda inicial de Google, se pueden observar libros que están a la venta en Amazon con títulos como Una larga y oscura sombra: Personas Atraídas a Menores y su búsqueda por dignidad o Pedofilia y sexo entre niño -adulto: un analisis psicológico, entre otros.
También saltan a la vista artículos de reconocidas cadenas de medios de comunicación como la BBC, con la publicación de 2017: Los pedofilos que no quieren abusar de los niños, una crónica-entrevista con un hombre que se identifica a sí mismo como un “pedófilo anti-contacto” y parte de la comunidad MAP. Este hombre, a pesar de asegurar nunca haber cometido un delito sexual, confesó que en algún punto de su vida le “preocupó mucho que pudiera acabar haciéndole daño a algún niño y acabar en prisión”.
Lo que define a un pedófilo no son sus infracciones o su potencial para ser un abusador, sino su preferencia sexual
Este es el panorama actual: los pedófilos se están sintiendo “estigmatizados” y han creado todo un movimiento para hacer apología a su trastorno sexual y así convencer al mundo de que sentirse atraídos hacia niños y prepúberes es normal. Lo único peligroso, de acuerdo con quienes defienden y/o hacen parte de la comunidad MAP, es abusar de ellos.
Victimizar al victimario –o potencial victimario– para “ayudar” a la víctima, ha sido una estrategia que ya se ha utilizado antes para normalizar comportamientos que de otra manera no podrían ser normalizados. Esto es lo que se llama una “estrategia retórica reaccionaria”, según Pablo Batalla Cueto, licenciado en historia de la Universidad de Salamanca (España).
“La víctima es el héroe de nuestro tiempo. Ser víctima otorga prestigio, exige escucha, promete y fomenta reconocimiento, activa un potente generador de identidad, de derecho, de autoestima. Inmuniza contra cualquier crítica, garantiza la inocencia más allá de toda duda razonable. ¿Cómo podría la víctima ser culpable, o responsable de algo? La víctima no ha hecho, le han hecho; no actúa, padece”, explica este experto en un artículo de la Revista de Cultura y Pensamiento, publicado en enero de 2021.
Según este nuevo movimiento MAP, los pedófilos no han elegido serlo. Por el contrario, son víctimas de sus deseos y esto significa que su condición debe ser aceptada y regularizada. El no hacerlo sería, entonces, sinónimo de discriminación y falta de dignidad, y por ello se denominan así mismos como una comunidad “olvidada” y reclaman supuestos derechos basados en la igualdad.
Su defensa se basa en que su trastorno mental es una enfermedad como la de personas que sufren depresión o síndrome de déficit de atención. Este tipo de afirmaciones provienen generalmente de programas de tratamiento para delincuentes sexuales u organizaciones creadas para ofrecer apoyo terapéutico a personas identificadas como MAP. La organización estadounidense B4UAct (“Antes que actúes”) asegura, por ejemplo, que hay una diferencia entre la atracción y la acción.
Los pedófilos se están sintiendo ‘estigmatizados’ y han creado todo un movimiento para hacer apología a su trastorno sexual
“La palabra pedófilo hoy en día es típicamente usada para referirse a alguien que abusa de los niños y no para alguien que se siente atraído hacia ellos”, dijo el codirector científico de B4UAct, Allen Bishop, en una entrevista con Sexuality Policy Watch (SPW), un foro global progresista financiado por la Fundación Ford.
En otras palabras, la atracción hacia menores sería “inofensiva”. La acción es lo que haría de esa atracción algo delictivo, según los defensores de los MAP. Surgen entonces otras preguntas: ¿Es realmente así? ¿Qué tan dañina es la atracción antes de que llegue a ser acción? ¿Qué pasa antes de que un pedófilo abuse sexualmente de un menor?
¿Deseo inocente?
Para nadie es un secreto que un adulto con atracción sexual hacia menores de edad es una persona que necesita ser tratada. Precisamente, porque hay lugares en los que estos tipos de trastornos reciben tratamiento, es que es fácil entender que su atracción no podría ser algo normal. El mismo nombre de la organización: B4UAct (Antes que Actúes), supone un peligro en esa atracción que puede, en determinado momento, llevar a estas personas a cruzar la delgada línea entre deseo/acto.
Si bien esta supuesta ‘patología’ quizás en muchos casos no desarrolla un historial criminal manifiesto, esto no significa que su interés sexual no esté ligado a delitos relacionados con el abuso de menores como lo es el consumo, difusión y porte de pornografía infantil. Una considerable parte de los consumidores de este tipo de contenido no se identifican a sí mismos como pedófilos, sino como personas atraídas sexualmente a menores.
Así lo afirma un informe sobre el perfil de los consumidores de pornografia infantil que realizó el Instituto de Ciencias Forenses de la Universidad Autónoma de Madrid, financiado por el Ministerio de Interior del Gobierno de España. En este estudio, expertos revelan que la mayoría de los consumidores de imágenes de abuso sexual infantil (80%) no poseían una carrera delictiva previa a su detención, ni tampoco presentaba problemas psicosociales como el consumo de alcohol o drogas, historial violento, trastorno mental o parafilia.
Sin embargo, aseguraban que en la muestra de personas recolectadas para su informe, era “preocupante que más de un tercio admitieron sentirse atraídos sexualmente por menores e, incluso, en tres casos, llegaron a establecer un contacto sexual con un menor”.
Es decir, que aunque una persona no se denomine a sí misma como “pedófila” o, en su defecto, sea diagnosticada con este trastorno, una buena suma de los individuos parte de la comunidad MAP consume, porta o difunde pornografía infantil, la cual supone una tipología delictiva dentro del marco de la explotación sexual infantil.
“Aunque el consumo de este tipo de archivos no implique contacto con un menor, el material existe porque se ha agredido o abusado sexualmente de un menor real en alguna parte del mundo y que la demanda de este tipo de archivos favorece la perpetuación de los abusos”, destaca otro estudio de la Unidad Técnica de Policía Jurídica de la Guardia Civil de España, publicado en 2019.
El hecho de que una persona no se haya convertido tangiblemente en un abusador de menores, no elimina el peligro o potencial daño que su inclinación sexual ocasiona. Los abusadores sexuales infantiles, antes de cometer el delito, sienten deseo de tener relaciones con menores, independientemente de si tienen inclinaciones pedófilas o no. Esta atracción es, en muchos casos, lo que terapeutas expertos en este tipo de trastornos denominan como el ‘ciclo previo del abuso sexual’.
“En este ciclo previo aparecen fantasías masturbatorias persistentes y de carácter obsesivo con menores que luego llevarían a la aparición de pensamientos en donde se planifica y organiza un acto delictivo”, se lee en un artículo sobre lo que ocurre en la mente de una persona antes de abusar de un niño, escrito por psicólogos de la Asociación francesa L’Ange Bleu, que confronta la pedofilia y ofrece ayuda a las víctimas de abuso.
Esta es una investigación de dos partes publicada por Desencaje sobre la desprotección de los menores de edad ante los movimientos pedófilos que quieren minimizar y justificar su trastorno. Si desea leer la segunda parte, haga click aquí.